domingo, diciembre 27, 2009

Una aclaración imperativa a Balavanta

(Esta nota apareció originalmente en el Sampradaya Sun el 18 de diciembre. Está relacionada con la apología que Balavanta das escribió en defensa de Hridayananda das.)

Por Aniruddha Das

Desde que el Sampradaya Sun publicó el artículo Nourished by Living Exchanges del supuesto “Krishna Dasa”, he estado tomándome mi tiempo para compilar datos históricos y refrescar recuerdos refundidos en mi memoria con la finalidad de hacer pronto unos comentarios a dicha publicación. En el ínterin, sin embargo, leí el post laudatorio de Balavanta Prabhu (“History of Hridayanada”), y para serles franco, quedé un tanto molesto.

Lo primero que quiero decir es que yo considero a Balavanta una buena persona, un devoto correcto y con cualidades. Lo conocí mientras viajaba con Hridayananda a lugares como la finca Murari Sevaka, el templo Iskcon de Atlanta y Mayapur. Balavanta siempre solía bromear con Hridayanda o contarle episodios interesantes de la guerra civil estadounidense, o, a pedido específico y para alegría de éste, aquel a propósito le hablaba con un distintivo acento rural inglés del Sur de ese país. Posteriormente vi a Balavanta un par de ocasiones más en Miami Beach y Alachua.

A pesar de que he escuchado que Balavanta es un abogado de éxito y consecuentemente una persona hábil para argumentar y articular buena lógica, su post, repito, me dejó anonadado. Si el realmente quería destacar los logros devocionales de Hridayananda, hubiese sido mejor que nos recordase el año en que Hridayananda, junto con Satsvarupa, Ghana-shyma y Maha-buddhi, viajó por todo Estados Unidos y logrando que veinticinco universidades de ese país comprasen colecciones completas de los libros de Srila Prabhupada. O contándonos que en 1974 ó 1975, Hridayananda derrotó públicamente en Michigan al profesor Bharati, un estúpido mayavadi que abiertamente blasfemó a Srila Prabhupada y al Srimad-Bhagavatam en un artículo que publicó en la revista Illustrated Weekly de India.

Pero decir decir que Hridayananda, …bueno, aquí mejor cito literalmente a Balavanta: “Él fue inmediatamente rechazado por sus familiares, sus amigos y por toda la sociedad de la cual había sido miembro antes. Él se volvió un paria. Y así, como un paria y persona rechazada socialmente, él salía a las calles y cantaba los Santos Nombre de Dios. …La gente citada consideraba que ellos eran los nombres de un Dios “foráneo”. Y así él era diariamente objeto de burlas y atropellos”.

¡Vamos, Balavanta Prabhu! Los sacrificios, las austeridades, la negación de sí mismo y el rechazo social que le atribuyes solamente a Hridayananda, fueron sucesos que vivieron la mayoría de los devotos en los sesentas y ochentas. Y afirmo sin temor a equivocarme que innumerables Matajis e innumerables Prabhus también ofrecieron toda la energía e inteligencia de sus vidas en el altar de sacrificio desinteresado a los pies de loto de Srila Prabhupada. Estos devotos y devotas lo dejaron todo —padres, esposa/o, riquezas, carreras promisorias— y se rindieron completamente para servir amorosamente a Su Divina Gracia. Y retroactivamente no están exigiendo ni respeto ni retribuciones por ese servicio que ofrecieron. No son comerciantes.

Con mis propios ojos he podido ver a devotos que al principio de sus vidas espirituales realizaron asombrosos actos de entrega total para satisfacer a Srila Prabhupada (algunos todavía los siguen realizando). Semejante abnegación no es exclusivamente de Hridayananda. Y sólo para hablar claro, permítanme decirles que desde hace muchos años éste se cansó de servir a Srila Prabhupada, y voluntariamente optó por llevar una vida mucho más con confortable, por no decir otra cosa. A propósito, una vez más: “obras son amores, y no buenas razones”. O sea, no trates de apoyarte en tus buenas acciones del pasado para realizar hoy cosas no sancionadas por el proceso del servicio devocional. O creer que eres la gran cosa, cuando en realidad no lo eres.

En estos precisos momentos me viene a la mente la ocasión en que Hunkara Das y Brahma Das se infiltraron de incógnito en Palestina para luego distribuir clandestinamente libros de Srila Prabhupada a los mahometanos. Tras ser aprehendidos por integrantes del O.L.P. (“Movimiento de Liberación Palestina”), fueron vapuleados severamente. Los airados terroristas los amenazarlos con matarlos si tan sólo comprobasen que eran agentes encubiertos de la C.I.A. disfrazados de Hare Krishnas. Los devotos fueron confinados en celdas separadas, sometidos a constantes interrogatorios, y no se les suministraba alimentos. Por haber nacido en los Estados Unidos, Brahma Das sufrió la peor parte. En el momento que los fanáticos de la O.L.P. los despojaron de sus respectivas japas y kunti-malas, Hunkara se la ingenió para procurarse una hebra de algodón. Luego hizo 108 nudos en ella y sin que los guardias notasen, cantó sus dieciséis rondas (o más) todos los días de su vía crucis. No recuerdo exactamente cuántos días permanecieron cautivos, pero afortunadamente, tras minuciosas labores de escrutinio y recopilación de inteligencia, ellos finalmente fueron puestos en libertad y expulsados de la tierra de Arafat. Estos devotos fueron tan valientes que se atrevieron a internarse en un lugar tan peligroso solamente para complacer a Srila Prabhupada, que una vez dijo humildemente: “Me frotaré en la frente el polvo de los pies de cualquier devoto que vaya a predicar la conciencia de Krishna en los países musulmanes”. Por favor, no se equivoquen en cuanto a las intenciones de Hunkara y Brahma Das: ellos ni remotamente querían que Srila Prabhupada se untara en la frente el polvo de los pies de ellos; únicamente querían volver realidad un deseo muy añorado de Su Divina Gracia.

Y, ¿qué acerca de Sarvabhavana Prabhu? Lo conocí en Mayapur en diciembre de 1995. Él era un magnífico devoto nativo de Armenia que se hizo devoto en la Unión Soviética durante el régimen brutal de Yuri Andropov. Por el “crimen” de hacer circular fotocopias de la traducción rusa del El Bhagavad-gita Tal Como Es (que era leído clandestinamente por centenares de bhaktas y bhaktines, que pacientemente aguardaban su turno), Sarvabhavana fue arrestado y confinado en una oscura y gélida cárcel. Los guardias lo forzaban a tomar drogas experimentales para que, abatido mentalmente, abandonara sus creencias. Pero él no cedió. Posteriormente fue enviado a un campo de concentración en Siberia, adonde los carceleros diariamente le propinaban salvajes palizas. Como resultado de recibir tantas patadas en la casa y en el vientre, Sarvabhavana casi quedó ciego y su hígado se daño permanentemente. Cuando lo conocí apenas podía ver con su ojo izquierdo. No obstante, él nunca renunció ni a su fe ni al resguardo divino y salvador de Srila Prabhupada. Nunca he vuelto a saber de él.

En mi opinion, Kalpataru Prabhu (Guatemala, q.e.p.d), así como Vrajavasi y Brajendra Kumar —hoy, Bhakti Kusum Swami— (México), Arkamitra y Advaya (Brasil), fueron los maha-ratis del sankirtana en Latinoamérica durante los setentas y los ochentas. Un día de diciembre de 1987, Kalpataru se acercó a mí y me dijo confidencialmente: “Aniruddha, ¡hoy distribuí en el aeropuerto de Miami mi libro un millón uno! Yo le prometí a Srila Prabhupada que rebasaría la marca del millón de libros que me propuse distribuir personalmente. Y por su misericordia, …¡hoy lo logré!”

En el segundo semestre de 1977, Prabhu Das, el primer presidente del templo Hare Krishna de Guatemala, irresponsablemente gastó el dinero del BBT en comprar bhoga de buena calidad para los devotos. Cuando Panchadravidra Swami, el GBC local, se enteró, literalmente puso a ayunar a todos los moradores del templo. Como una medida paliativa para obtener granos y verduras para alimentar a los devotos, Panchadravidra nos instruyó que fuésemos dos veces por semana a los mercados públicos para mendigar granos, frutas y verduras. Así que por un buen tiempo fuimos a los sucios y apestosos mercados de la ciudad de Guatemala y municipios aledaños, y como respuesta a nuestro canto de los Santos Nombres de Krishna, los vendedores nos daban la “bienvenida” tirándonos una lluvia de tomates y batatas podridas.

Panchadravidra también organizó una banda de sankirtana liderada por Kalpataru. El primero le ordenó al segundo que gastara lo mínimo en bhoga. Ni tardo ni perezoso, deseoso como siempre de distribuir los libros de Srila Prabhupada, Kalpataruji se hizo de cuatro brahmacaris y se los llevó a los pueblos más remotos de las altiplanicies de Guatemala, habitadas principalmente por descendientes de los mayas. Por un período de casi un mes Kalpataru y su grupo distribuyeron decenas de millares de libros de Srila Prabhupada a estos nativos sencillos, pero alegres y nobles. Tras regresar de nuevo a la ciudad de Guatemala, los cuatro brahmacaris, excepto Kalpataru —que a decir verdad fue un pionero a cuanto a vegetarianismo libre de grasas saturadas— mostraron síntomas de mala nutrición. Harinamananda, que mide 1.84 metros y que vino de Los Ángeles pesando 206 libras, terminó la jornada esquelético, con sólo 146 libras. Fue con el médico y éste le dijo que estaba padeciendo de un severo caso de anemia.

Cuando Panchadravidra Swami regresó de nuevo a Guatemala, se reunió con los sankirtaneros viajeros y les preguntó sobre las experiencias que tuvieron. Los cuatro brahmacaris le respondieron que el distribuir libros de Srila Prabhupada sin parar (sólo media hora de descanso al mediodía para honrar prasadam) fue una experiencia extática y memorable, pero se quejaron de la dieta austera que Kalpataru les impuso. Ellos comían cacahuates criollos y un vaso de leche cruda a la hora del desayuno; cacahuates criollos y un aguacate a la hora del almuerzo, y cacahuates criollos y un vaso de agua a la hora de la cena. Los sankirtaneros concentrados en el templo citadino teníamos una dieta un poco más rica en proteínas, consistente en platos de arroz cocido, frijoles negros, un subji insípido de repollo blanco o calabacitas, y tortillas tres veces al día.

Modestia aparte, yo también padecí de la misma circunstancia que Balavanta le atribuye solamente a Hridayananda. Aunque por la misericordia de Srila Prabhupada yo había estado observando los principios regulativos y cantando Hare Krishna desde 1971, fue hasta marzo de 1977 que formalmente me rendí y me rapé en el templo de la ciudad de Guatemala. Para decir la verdad, yo fui uno de sus fundadores.

Mi señor padre era un hombre de letras ilustre a nivel nacional que en fechas diferentes fue nombrado director de Archivo Nacional, director de la Biblioteca Nacional, y director de la Hemeroteca Nacional, la cual él fundó en 1961. Pero cuando en marzo de 1977 el hijo que llevaba su propio nombre se volvió un Hare Krishna, eso no le gustó en absoluto. De inmediato organizó una campaña “subterránea” para acabar con el recién legalizado “Instituto Yoga de Estudios Védicos para la Conciencia de Krishna”, la asociación civil que representaba a Iskcon.

Para hacerla corta, les diré que a la sazón fui constantemente hostigado no sólo por parientes, sino por funcionarios y cachurecos católicos. Tras cerrar filas con mi padre, los directores de los periódicos me estrellaban las puertas de sus despachos cada vez que traté de comunicarme con ellos. Por consiguiente, no tuve la oportunidad de denunciar con desahogo el juego sucio de mi padre, y tampoco la arbitrariedad y abuso de autoridad del gobierno militar de turno. Dejé de visitar a mi piadosa madre luego de que mi hermano mayor tratara de echarme de la casa a empellones y se burlara de mí. Pocas semanas después, tras regresar del primer Ratha-yatra de Guadalajara, mientras revisaban mi pasaporte en el puesto de inmigración del aeropuerto internacional, fui arrestado por agentes secretos del Ministerio de Gobernación. Seguidamente y sin explicaciones fui conducido al cuartel general de la temida “Policía Judicial”. Cometieron este atropello sin mostrarme ninguna orden de arresto o dictamen judicial.

Mi hermano menor, que por casualidad estaba de paseo en el aeropuerto, providencialmente vio como los aludidos me llevaban sigilosamente del puesto de inmigración al parqueo del complejo. Su oportuna “chivatazo” me salvó que los gorilas de la Policía Judicial me sometieran a un “lavado de cerebro” al rudo estilo latinoamericano. Abajo pueden leer un recorte de prensa que contiene el reportaje de un periodista estadounidense que cubrió parcialmente estas tribulaciones que viví en mis primeros años como devoto de Krishna; tribulaciones que sobrellevé ansiosa pero gustosamente para complacer a Srila Prabhupada [Ver adjunto No. 1]

Y, ¿qué de los sacrificios y asombrosas proezas consumadas por distribuidores estrella de libros, como Pragosh, Tripurari Swami, Guruttama, Vaisesika, Kasirama, Gouri dd, y muchos otros maha-ratis? Humildemente pido a los lectores que lean el maravilloso pasaje del libro Un Diario Trascendental, de Hari Sauri Prabhu, que también agrego abajo. A propósito, Brighupati Prabhu lleva más de 36 años distribuyendo los libros de Srila Prabhupada sin parar, todos los días. Él no se acomodó en un lujoso apartamento, como Hridayananda, para llevar una sabrosa vida rodeado de aduladores y señoritas bonitas.

Balavanta Prabhu, al igual que los casos narrados arriba, hay centenas de millares de vaisnavas y vaisnavis que han actuado como héroes y heroínas; que han realizado actos realmente pasmosos y nunca antes vistos actos de abnegación y sacrificio para complacer a Srila Prabhupada, antes y después de su bendita estadía en esta Tierra. Así pues, con las manos juntas te pido: sé de mente liberal y en tu próxima apología no sólo menciones a Hridayananada, sino a todos aquellos dignos de reconocimiento por su extraordinaria entrega a los pies de loto de Srila Prabhupada.

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“Diario Trascendental"
9 de diciembre de 1975

Prabhupada fue a sus aposentos para tomar el desayuno. Tras terminarlo, Hansaduta leyó en voz alta unas cartas particularmente extáticas procedentes de Estados Unidos, que describían acontecimientos relacionados con al distribución de libros. El tono entusiasta con el que Srila Prabhupada respondió a las mismas es una clara evidencia de que, tal como recalcó en clase, él está soplando, soplando y soplando más los corazones de las almas condicionadas para encender el fuego de la conciencia espiritual. Ha dicho que el mundo entero es una casa abierta adonde hay que introducir la conciencia de Krishna. Y las cartas de sus discípulos muestran cuán seriamente se están consagrando a esta tarea.

Nada complace más a Srila Prabhupada que escuchar noticias relacionadas con la impresión y venta de sus libros. Aunque no estaba dirigido a Srila Prabhupada, Hansaduta leyó a continuación el extático reporte de Uttamasloka dasa, el presidente del templo de Chicago. La carta describía que los devotos recientemente realizaron una competencia de distribución de libros que se organizó con ocasión del día de Acción de gracias, y en el que se batieron varios récords. El templo de Chicago contó con la participación de nueve equipos viajeros de sankirtana, compuestos por brahmacaris del Radha Damodara. Y del total de cinco mil libros que vendieron tres templos juntos, el de Chicago distribuyó más de dos mil. El destinatario de la carta era Ramesvara prabhu, y éste la remitió hasta acá. Hansaduta le leyó en voz alta a Srila Prabhupada, quien a veces abría los ojos a causa del asombro y aprecio que le producían los increíbles esfuerzos y riesgos a que se exponen sus discípulos para distribuir sus libros en todos los rincones de este mundo tenebroso.

“Aceptamos el reto con toda seriedad —es decir, no estábamos envanecidos ni pensamos que teníamos asegurada la victoria—, porque nos consta que cualquier cosa puede pasar por la misericordia del Señor Chaitanya. Pues bien, salió la primera cuadrilla de dieciséis devotos entre varones y mujeres, y ya estaban distribuyendo a eso de las 6:30 a.m. Después salió un pequeño equipo a las 10:00 a.m. con más libros y prasadam, y posteriormente partieron varios grupos más. Sripati y yo colaboramos de diversas maneras en la jornada, tal como tú lo hiciste. Estaban los diecisiete devotos que cotidianamente distribuyen libros, más Tripurari Swami, varios devotos que distribuyen los fines de semana y unos cuantos nuevos.

“En la primera hora y media, la mayoría de los distribuidores ya habían colocado entre quince y veinticinco libros cada uno, así que a la hora que salimos (como a las 11:00 a.m.), ¡ya habíamos distribuido entre 300 y 400 libros! Las mañanas siempre son buenas: no muchos anuncios, ni intervenciones de la policía, ni líos. Todos nos reunimos a almorzar a la 1:00 p.m., e hicimos un conteo preliminar: alrededor de 750 libros. Sólo había transcurrido la primera mitad del día, y ya estábamos a punto de romper el récord mundial. ¡¡¡Manusuta dasa ya había distribuido 100 libros!!! ¡¡¡Praghosa, 80!!! Y, ¡¡¡Tripurari, 70!!! Los vellos se nos erizaron cuando empezamos a especular sobre los posibles resultados, y todos estaban distribuyendo otra vez a la 1:30 p.m.

“Básicamente distribuimos en dos terminales… Hay un pasillo como de ocho metros de ancho por donde pasa la gente… Todos los pasajeros concurren allí ya sea para retirar su equipaje o para abordar los vuelos. ¡¡¡A la mañana siguiente leímos en el periódico que más de 220.000 personas habían pasado por el aeropuerto ese día!!!

“A eso de las 4:00 p.m. un demonio, empleado de una aerolínea, se acercó a un devoto y le dio un puñetazo en la cara. Los muchachos se quedaron pasmados. Luego caminó ak sitio adonde estaba otro devoto, …y, ¡le metió un puñetazo en la cara! Los muchachos y los karmis empezaron a congregarse. Tripurari Swami corrió al lugar de los hechos para ver qué estaba ocurriendo, y entonces, …¡el demonio le dio un puñetazo en la cara! En seguida, ¡¡¡todos los devotos inmediatamente le cayeron encima y le empezaron a sacar el excremento a trompada limpia!!! Se apiñó una multitud y los devotos comenzaron a dar grandes voces para que la policía contuviese a este hombre. Había sangre regada en el piso y en la cara del demonio. El puñetazo que le asestó Praghosa lo había hecho sangrar; así mismo, había gotas de sangre en las ropas de Praghosa y gotas de sudor en su frente: ¡él se sentía sumamente jubiloso!”

Los ojos de Prabhupada se abrieron al máximo cuando escuchó la descripción de la gresca. Lleno de asombro exclamó: ¡Acha!, y meneó la cabeza por la sorpresa que le causaba enterarse de los riesgos que corren sus muchachos para satisfacerlo tanto a él como a Krishna. Tras echar una carcajada y mover la cabeza en señal de admiración, Hansaduta prosiguió la lectura:

“La mitad de la multitud estaba a nuestro favor y la otra mitad, en contra. La policía llegó y el demonio dijo que la pelea había comenzado porque le habíamos arrebatado un libro luego de dárselo. Y no vas a creerlo, ¡la policía detuvo a los devotos! Es lo más común en la mayoría de incidentes: ellos nos atacan, pero ¡nos detiene a nosotros! Sin embargo, por la gracia de Krishna, de una u otra manera los devotos fueron dejados en libertad y estaban distribuyendo veinte minutos más tarde.

“Como a las 6:00 p.m. hice otro conteo preliminar… Me senté en el interior de una cabina telefónica y empecé a sumar. Mientras sumaba, ¡mis cejas comenzaron a arquearse más y más! ¡Mis ojos empezaron a salirse de sus cuencas! ¡Me quedé boquiabierto! ¡Enmudecí! ¡Lágrimas empezaron a brotar de mis ojos! ¡Estábamos por encima de los 1.400 libros! No lo podía creer. Estaba anonadado, así que volví a repetir la suma para estar seguro. Pero efectivamente, la suma estaba correcta. Comencé a gritar en estado de éxtasis: ‘¡Hari bol! ¡Hari bol! ¡Hari bol!’ Todos los karmis me miraron con las caras retorcidas a causa del asombro.

“Cuando regresé se había suscitado otro incidente… Un par de sabuesos (policías) habían tendido una trampa para apresar a una de las mujeres, pero ella pidió auxilio a los muchachos que estaban a su alrededor. Uno de ellos trató de intervenir, pero lo detuvieron y lo llevaron a la planta baja. Otra madre bajó para dar con la muchacha que trataban de aprehender, y cuando los polizontes la vieron, le preguntaron: ‘¿Dónde está la otra chica?’ ‘No sé’, respondió. Luego los tipos dijeron: ‘¡Pues entonces te prendemos a ti!’ Ella replicó; ‘¡Hey, déjenme ir; yo no hice nada!’ Dos devotos y la policía trabaron dos leves forcejeos. Otro devoto apareció para detener el altercado, pero los policías la emprendieron contra él, y tres de ellos le propinaron una inmisericorde zurra ante los ojos de todos los curiosos. El arma de uno de los policías cayó al piso durante la pelea, y los libros volaron por todas partes. Luego los devotos (los dos varones) fueron llevados a la cárcel del centro de la ciudad. Por supuesto, ello impidió agregar 100 libros más a la cuenta”.

Prabhupada escuchó con profunda atención toda la narración, y ocasionalmente el asombro lo hizo arquear las cejas o menear de un lado a otro la cabeza y sonreír en señal de aprecio. Tenía la faz radiante por el evidente orgullo que le producía reparar en la determinación con que sus discípulos distribuyen sus libros a pesar de todos los impedimentos, y con dicha expresión, escuchó todo el relato y los pormenores de la riña, golpe tras golpe.

“Mientras nos enterábamos del incidente y comíamos prasadam, un demonio despedazó tres libros que había encontrado y nos lanzó los restos. Impasibles, un poco cansados, pero con una determinación a toda prueba, los devotos volvieron a sus puestos y siguieron distribuyendo. Entretanto, se desató una fuerte ventisca y tanto las calles como los cielos se congestionaron de tráfico… Sripati me hizo saber el resultado parcial a las 10:30 p.m.: más de 1.700 libros. Por consiguiente, ¡era perfectamente posible que rebasáramos la marca de los 2.000! ¡¡¡Esto es increíble!!! ¿Quién puede concebir la misericordia del Señor Chaitanya Mahaprabhu!!! Todos excepto cuatro estaban de vuelta a las 11:30 p.m. Resultados: Manusuta, 191 libros; Praghosa, 153; Tripurari Swami, 135, y Ranganatha, 120. La primera cuadrilla regresó en plena tempestad a las 2:00 a.m., y los cuatro restantes pararon a la 1:30 ó 2:00 a.m. Todos hicieron un gran esfuerzo para levantarse y asistir a mangala-arati (los cuatro últimos ni siquiera durmieron un rato), y tras un extático kirtana, me aboqué apresuradamente a todos para calcular el resultado final… Cantamos durante la madrugada del jueves, no tomamos desayuno y descansamos hasta el arati del mediodía. A continuación, ¡¡¡celebramos arati con un estruendoso kirtana y luego degustamos una suntuosa fiesta!!!

“Gracias por inspirarnos para competir por la misericordia del Maestro Espiritual. Si no fuera por ti, no hubiésemos sabido qué hacer. ¡Todas las glorias sean para Srila Prabhupada!

Tu sirviente, Uttamasloka dasa”

En otra hoja estaban anotados los resultados totales de cada distribuidor. Dos muchachos repartieron más de 400 libros. Manusuta distribuyó 210, con lo que impuso un nuevo récord mundial individual, y Praghosa vendió un poco menos, o sea, 200. Otros siete, a saber, Tripurari Swami, Ranghanatha prabhu, Romapada prabhu, Buddhimanta prabhu y Prekara prabhu, así como dos chicas, Sadbuja dasi y Jagaddhatri dasi, rebasaron la marca de los 100 libros por persona. El gran total sumó 2.024 libros empastados.

Uttamasloka le escribió a Ramesvara una nota en la parte inferior de la hoja: “Mi humilde petición y sugerencia es que leas esta carta y todos sus anexos a la congregación de devotos de Nueva Dvaraka Dhama. A pesar de está escrita a la carrera y tiene muchos errores y faltas, aún así es trascendentalmente placentera, por lo que será del agrado de todos”.

Cuando Hansaduta terminó de leer la carta, Srila Prabhupada tenía dibujada una sonrisa esplendorosa en el rostro, pues interiormente experimentaba satisfacción plena y éxtasis trascendental. Él dictó una respuesta no para Ramesvara, sino para Uttamasloka: “Por favor recibe mis bendiciones. Leí tu boletín de sankirtana con sumo deleite. Europa y América están en grave peligro: este movimiento Hare Krishna los está envolviendo. Los devotos de sankirtana Le son muy, pero muy queridos a Krishna. Como ellos están efectuando el trabajo de campo que es la distribución de libros, Krishna en el acto lo ha reconocido como sirvientes genuinos. Así como durante una guerra, si un joven campesino o un dependiente ordinario sale a luchar al frente por su país, de inmediato se convierte en héroe nacional por su esfuerzo sincero. Así mismo, Krishna reconoce de inmediato al predicador de conciencia de Krishna que corre riesgos de toda índole para propagar Su mensaje.

“Se los denomina dhira bratta, determinación. Estos muchachos y muchachas son mahatmas. Mahatmazas tu mam partha, daivim prakrtim asritah, bhajanty ananya manaso, jñatva bhutadim avyayam: ‘¡Oh, hijo de Pritha!, aquellos que no están engañados, las grandes almas, se hallan bajo la protección de la naturaleza divina. Ellos están completamente dedicados al servicio devocional, porque saben que Yo soy la Suprema Personalidad de Dios, original e inexhaustible’. Este verso se aplica aquí. Si estos muchachos estuvieran bajo la influencia de la naturaleza material, no se expondrían a tantos riesgos. Ellos son mahatma, verdaderos mahatma, y no esos mahatma de largas barbas e indumentaria azafranada. La determinación de ellos es inquebrantable, dhira bratta. ¡Todas las glorias sean para los devotos estadounidenses!

"Espero que la presente les encuentre bien a ti y a los devotos de sankirtana,

Tu bienqueriente eterno, A.C. Bhaktivedanta Swami”.

2 comentarios:

Bhagavat Dharma Das dijo...

Excelente articulo!, hasta me hizo olvidar la situación del profe y me transporte a esos momentos del diario de Hari Sauri. Y lo bueno que cuenta sobre el profe es muy bueno, yo sabia de las colecciones de libros en universidades pero no sabia lo de aplastar al mayavadi hocicón, eso es muy bueno. Pero de nuevo en el presente, la realidad es la realidad y hay que afrontarla, en ustream sale el profe diciendo cosas y ha declarado otras en escritos en inglich, en el ustream del dia 5 se ve arrogante para variar pero en las cartas ya no tanto. Por cierto no hay que descuidar a paramgati por que en una de esas se nos vuelve omnipotente y abusados con manonatha en una de esas y sus sueños de grandeza los tratará de hacer efectivos. bueno, todavia estoy saboreando este articulo tan nectareo.

DHARMADAS dijo...

Definitivasmente , estamos de acuerdo con Anirudha das. 100x%, de todo lo que dice sobre las grandes austeridades que muchisimos Vaisnavas hicieron y siguen haciendo , los seguidore sinceros de S.P. el fundador Acarya ,(Srila prabhupada les dio Bhakty Sahti, los empodero les dio su misericordia por ser sinceros y rendidos y humildes ) a comparacion de este rascall del H.D. ( no voy ha gastar mas, teclado , tinta , ni tiempo diciendo su nombre completo no se lo merece )
hay un dicho famozo mas facil cai un hablador que un cojo, eso ya se lo comprobo Arirudha p. al H.D. todo lo que siga dicendo queda cada vez mas undido en la arena movediza , o es como que SRI KRSNA le esta haciendo una trampa y todo lo que dice queda cada vez mas en verdadero ridiculo.el mismo.
lo que nos falta poner en ingles es la traducion del video del famozo hari Kathon le pone una buena sankadiya y ,le hace la pregunta famoza delos diez mil millones de dolores al tipo, cayo redondito , y con su gran orgullo responde con todo falzo ego, muy chicho , que bueno que quedo grabada la pregunta y la respuesta (prefect questions? y quedo en verdadero ridiculo , por inflado ,
hace mucho tiempo, cuando fue primero el GBc de mex despues que kirtananda, este tipo siempre llegaba con sus maletas o equipaje lleno de frutas secas y nueces , ( yo me preguntaba y estye loco por que viaja con tanta comida?)y despues hace un tiempo atras el guru kripa me lo comprobo de que este muchachito irespetuoso siempre llegaba a vrindaban con sus nueces y frutas secas y siempre subido en una riksha par todos lados , :"su buena austeridad /" y de acuedo a siksukananda das y otros devotos en L.A. casi nunca sali al samkirtan se escondia en los closet,s del templo leyendo siempre y no salia al sankirtan sino hasta despues con , con el tiempo. empezo a salir (siempre ha vivido con comodidades y lujos nunca ha sido un verdadero renunciante .
bueno parece ser que se pone mas bueno y hay que seguir poniendo precion para que el GBC lo saquen de la tribu y se ponga a lavar ollas con su esposa la gorda (sin ninguna, ofenza a las gorditas ) .
seguir adelante para atras ni para agarrar impulzo
OM TAT SAT HARIBOL HARE KRSNA