jueves, septiembre 16, 2010

Dos Estampas Personales

por Astika das

PRIMERA ESTAMPA

Mi esposa –la mataji Bimala devi dasi- me dice: “No escriba nada acerca de Rtu-Raj, porque él trabaja con energías negativas y lo puede perjudicar. ¿Por qué mejor no escribe de política, de sus amigos de Saltillo, de arte, o de tantas otras cosas que usted puede escribir? No critique a los devotos porque éstos le pueden hacer daño.”

Yo fui el culpable de que ella dijera esto, pues cometí la imprudencia de platicarle que el día anterior había comido en el Restaurante Vegetariano Govinda en Bucho Montiel, y que en el patio me había topado con Rtu-Raj. A pesar de que Rtu-Raj es mi hermano espiritual, pues ambos fuimos iniciados por Srila Prabhupada, él y yo no podemos vernos ni en pintura.

Le comenté a la mataji Bimala devi dasi que durante el breve encuentro con Rtu-Raj me dijo que él y un devoto llamado Pipalai das, y que también planeaban invitar a R.K., estaban formando un comité para denunciar a Guru Prasad por vender las propiedades de ISKCON.

Rtu-Raj en un reciente festival.

Cuando le informé a Rtu-Raj que no conocía a Prabhu Pipalai, él, meneando la cabeza y esbozando su típica sonrisa sarcástica, exclamó con su acostumbrado espíritu de contradicción: “De seguro lo conoces; es un devoto muy antiguo; vivió mucho tiempo en la India.”

Mi conocimiento de Pipalai das se limitaba a que recientemente alguien me había contado que el mencionado devoto vivió durante algún tiempo en India y que actualmente se dedica a cuestiones editoriales. También supe que meses atrás le había solicitado a Maharaj Parvata el texto de las dos visitas que Srila Prabhupad hizo a México, material que Maharaj Parvata había compilado con tanto celo y con el cual tenía planeado escribir un libro. Luego me enteré que Prabhu Pipalai jamás se lo había regresado.

Rtu-Raj no me pidió abiertamente que formara parte del comité, pero por la manera de tratar el asunto dejaba entrever que --como discípulo de Srila Prabhupada-- estoy obligado a participar en dicho comité contestatario. Rtu-Raj parece no entender que desde hace aproximadamente 20 años yo estoy desvinculado de ISKCON, y que todo lo que pase en esa institución me tiene completamente sin cuidado.

La presión velada que Rtu-Raj estaba ejerciendo en contra mía provocó que la sangre se me agolpara en la cabeza. Este sentimiento de indignación siempre se apodera de mí cuando me encuentro frente a Rtu-Raj. Infructuosamente traté de controlar mi ira. Estoy seguro que Rtu-Raj percibe cómo influye su presencia en mi estado de ánimo y goza al darse cuenta que soy incapaz de seguir las instrucciones de Srila Prabhupada, quien siempre le recomendó a sus discípulos no alterarse al discutir, sino mantener la calma.

En cierta ocasión, R.K. me contó que a pesar de que hemos leído y predicado durante muchos años que no somos el cuerpo, y que durante muchos años nos hemos dedicado a cantar el mantra Hare Krishna, seguimos siendo los mismos que éramos antes de ser devotos. No hemos podido trascender nuestras raíces. Esencialmente, los devotos estamos marcados por la familia, por el barrio en que vivimos de niños, por nuestras amistades, por la escuela a que asistimos.

No obstante que en las escrituras se menciona que el devoto es amigo de todas las entidades vivientes, yo pienso que tales declaraciones solamente funcionan en planos muy elevados de la devoción, pues a pesar de que yo viví poco más de ocho años en ISKCON, que es una porción nada despreciable de mi vida, en esa institución, a no ser por R.K., no hice ningún verdadero amigo.

En varias ocasiones, Srila Prabhupada declaró que ISKCON es su cuerpo y su sangre, y se supone que como yo soy su discípulo debía defender a capa y espada todo aquello que esté relacionado con ISKCON. Pero aquí conviene preguntarse, ¿acaso el ISKCON actual tiene algo que ver con el ISKCON que fundó y luego dirigió durante varios años Srila Prabhupada? Obviamente que no. El ISKCON actual es un remedo, es una vil caricatura del movimiento Hare Krishna que fundó Srila Prabhupada

Srila Prabhupada estableció la GBC para que continuará el movimiento Hare Krishna que él había iniciado, y pidió que si no eran capaces de hacer crecer al movimiento, que por lo menos mantuvieran lo que él había hecho. Pero éstos, en vez de respetar el deseo de su maestro y preservar la pureza del movimiento que estaba destinado a salvar a la sociedad de su inminente destrucción, lo convirtieron en una lucrativa franquicia pseudo-espiritual.

Cuando eso sucedió, un grupo de devotos decidimos abandonar la institución. No nos fuimos porque maya nos hubiera guiñado el ojo, sino porque percibimos que el espíritu de Srila Prabhupada había abandonado a ISKCON. Srila Prabhupada fundó ISKCON con la intención de declararle la guerra a la energía ilusoria, pero tan pronto como él desapareció, ISKCON se transformó en una caricatura y se enredó en la misma ilusión que trataba de combatir.

En los maravillosos libros que documentan la disfuncionalidad de ISKCON, Kundali das declara que la maya de los devotos es peor que la maya de los karmis, pues los devotos, a pesar de conocer los libros de Srila Prabhupada, cayeron en el mismo juego de los karmis, el juego del poder, del prestigio, del dinero.

La historia se repite. Cuando estudié en el TEC de Monterrey (en ese tiempo solamente existía el Campus Monterrey) participé en publicar El Quijote al lado de un grupo de estudiantes revoltosos. Los integrantes de El Quijote pretendíamos cambiar el sistema del TEC. La idea era transformar una institución tecnológica en una institución más humana. Para lograr ese propósito imprimimos la publicación El Quijote. La portada del primer número mostraba a un monstruo devorando a un estudiante. El mensaje era demasiado obvio: el sistema trasplantado del Massachussets Institute of Techonology a Monterrey por don Eugenio Garza Sada era un sistema desnaturalizado que convertía a los estudiantes en robots, en números.

Algunas de las ideas que inspiraban a los miembros de El Quijote provenían de El Sicoanálisis de la Sociedad Contemporánea, de Eric Fromm, de El Hombre Unidimensional, de Hebert Marcuse, y de Las Meditaciones de El Quijote, de Ortega y Gasset.

Don Fernando García Roel, a la sazón rector del TEC de Monterrey, reaccionó a nuestras propuestas diciendo: “¡Si no les gusta el sistema del TEC, lárguense a otro lado!” Pero nosotros, aferrados a nuestro capricho, le respondimos a don Fernando: “¡Lo que queremos es que cambie el TEC, no irnos a otro lado!.”

El ISKCON que a mi me interesaba era el ISKCON de Srila Prabhupada, y no la farsa en que lo convirtieron sus discípulos. La farsa actual ni me interesa ni me siento capaz de influir en ella, y es por esa razón que desde hace aproximadamente 20 años decidí abandonar la institución.

Me retiré y busqué refugio en el Sri Caitanya Saraswath Math, durante el tiempo en que Srila Sridhara Swami estaba al frente del Math. Poco antes de abandonar este mundo, Srila Sridhara Maharaj designó como sucesor a Govinda Maharaj. Con la nueva administración del Math las cosas cambiaron de la misma forma que habían cambiado en ISKCON con la desaparición de Srila Prabhupada. Después participé con Paramadwaiti Swami en el proyecto de WVA (Asociación Mundial de Vaisnavas, por sus siglas en inglés); y en este grupo se repitieron las mismas cosas que había visto en las otras agrupaciones. Fue entonces que decidí refugiarme en los libros de Srila Prabhupada, y documentar mis reflexiones --primero en El Tambor Batiente y posteriormente en El Tambor Rugiente.

Después de todo, ¿qué puedo hacer yo y que puede hacer Rtu-Raj ante un ISKCON decadente que solapa las fechorías de los devotos que están empeñados en destruir la obra que con tantos esfuerzos edificó Srila Prabhupada?

SEGUNDA ESTAMPA

Vrajavasi y yo nos rendimos a ISKCON el mismo día, durante una de aquellas opulentas fiestas de domingo que organizaba R.K. en el templo de Bucho Montiel allá por 1976. En esa época Vrajavasi era un párvulo, y yo ya era un hombre de treinta y tantos años. Por lo tanto --y de acuerdo con el eslogan de esos días de que “no confíes en los mayores de 30 años”-- yo ya no era confiable, pues se consideraba que el bombardeo constante del bulldozer de la civilización ya me habría convertido en una entidad completamente enajenada.

Se dice que con la edad uno adquiere experiencia, pero dicha experiencia sólo se puede aplicar en los asuntos relacionados con el mundo material. Por lo tanto la experiencia nos capacita para enfrentar mejor al mundo material, pero simultáneamente nos hace más refractarios a las ideas espirituales. De ahí la validez del refrán popular mexicano que dice: “Chango viejo no aprende maroma nueva.” El día que nos rendimos en el templo de Bucho Montiel, Vrajavasi estaba tiernito mientras que yo ya era un hueso difícil de roer, y por tal motivo él no tenía tanto que desaprender como yo para poder captar el mensaje de la conciencia de Krishna que Srila Prabhupada trajo a Occidente.

La familia de Vrajavasi no estaba en contra de que Vrajavasi se convirtiera en devoto de Krishna. De hecho, ese domingo él ya andaba ataviado con dhoti y kurta, y las dos personas que le acompañaban --su hermana y su madre-- se mostraban muy complacidas con ese hecho. Yo, en cambio, había arribado casi rapado y calzaba huaraches.

Encarnación reciente de Vrajavasi, con Jayapataka.

En el templo, la actividad más importante era la distribución de libros. Todos los días, después de mangala aratik y en presencia de los residentes del templo, R.K. leía los resultados del sankirtan del día anterior. “Jaladosa devi dasi, 30 Ciencias de la Autorrealización”. Al unísono, eufóricos, los devotos gritaban: "¡Jaayyyaaaa!, ¡Srila Prabupada Ki Jaya!".

“Y ahora… ahora... --R.K. subía el tono de voz tratando de inyectar más ánimo a los devotos que ya de por sí estaban al borde del paroxismo-- ahora viene el néctar que todos estamos deseando. Tenemos a los dos grandes mahaaarrrathis, los sankirtaneros más pesados del templo: Primero está Vrajavasi das, quien ayer sembró 40 bombas entre los transeúntes de las agobiadas calles del D.F., ¡40 Ciencias de la Autorrealización!".

R.K sabía muy bien encender el ánimo de los devotos: “En esta justa trascendental cuyo único fin es complacer a Srila Prabhupada, a Goura Nitai y a Sus Señorías SRI SRI RADHA MADAN GOPAL, tenemos ahora al ganador de ayer, el invencible Dvija Hari, quien distribuyó ¡la fabulosa cantidad de 47 libros de la Ciencia de la Autorrealización!”. Los devotos, alzando los brazos, aullaban en éxtasis: “¡Hariiii Booool! ¡Sankirtan yajna ki jai…..Gouuuur gouuuura Premanande!”.

Para varios devotos lo más importante era ganar la competencia trascendental, sin importar los medios para alcanzar su fin. En medio de uno de esos típicos maratones que se celebraban los sábados, como a eso de las 4 de la tarde, Vrajavasi de alguna forma se enteró que Dvija Hari le llevaba con mucho la delantera. Así que en vez de continuar con la distribución de libros y aceptar el plan de Krishna (como él mismo solía decir en muchas ocasiones), dejó de distribuir libros, se dirigió a la oficina de Seguros donde trabajaba su hermana, y le pidió que le comprara una caja de libros. De esa forma logró derrotar al invencible maharathi Dvija Hari, y al día siguiente recibió la ovación de los devotos por haber consumado esa hazaña.


El lugar predilecto de Vrajavasi para distribuir libros era la Terminal de Autobuses del Norte. En sus andenes, cuando el autobús se preparaba para iniciar el viaje, Vrajavasi se aparecía disfrazado de karmi --luciendo una peluca Pixie de buena calidad-- y cargando una mochila repleta con los libros de Srila Prabhupada.

Acercándose hasta la puerta del autobús, donde el chofer recibía los boletos de los pasajeros que subían, Vrayavasi sacaba una credencial que él mismo había fabricado, y que lo acreditaba como estudiante del Instituto de Estudios Védicos. Mostrando el documento al chofer, lo abrumaba con su acostumbrada catarata de mantras para que le permitiera subir:

“Señor operador, un grupo de estudiantes del Instituto de Estudios Védicos, preocupados por la situación actual del país, estamos haciendo una campaña cultural con estos libros de la sabiduría de India. Estas enseñanzas de India nos enseñan a ser mejores ciudadanos, mejores padres de familia, en fin mejores seres humanos, y lo mejor de todo es que estos libros no se venden, sino que se reparten entre el público a cambio de una modesta cooperación para reimprimirlos y seguir beneficiando a la sociedad.”

El chofer --sin mostrar mayor interés en el discurso de Vrajavasi-- miraba embelezado a una chica que le entregaba su boleto. "Nosotros --Vrajavasi continuaba con su interminable perorata-- no somos vendedores, somos estudiantes del Instituto de Estudios Védicos, y fundamentalmente nos preocupa el bienestar de la sociedad en general.”

R.K. no salía habitualmente a sankirtan. Su principal sankirtan consistía en que todos los días --a la hora del prasadam-- encendía a los sankirtaneros con sus fogosos discursos: “Este movimiento de sankirtana es la bendición principal para toda la humanidad. Sin embargo, la humanidad está completamente encantada, literalmente encantada, en el regazo de la bruja maya. Está tan anestesiada que no se da cuenta de su enfermedad. Y su enfermedad consiste en haber olvidado que son parte y porción de Dios".

Y continuaba R.K.: "Solamente que cuando distribuyan estos libros, no mencionen la palabra Dios, pues la gente es alérgica a esa palabra. Si ustedes mencionan la palabra Dios, ellos no comprarán los libros. Es mejor utilizar otros argumentos. Mejor díganles que las enseñanzas contenidas en esta literatura les ayudará a mejorar la salud, a tener más éxito en el amor, a tener más éxito económico…. pues si mencionan la palabra Dios, ahuyentan la venta de los libros.”

Vrajavasi meditaba en las instrucciones de R.K. mientras se montaba al autobús de la ADO luego de que el operador le había dado permiso de subir. Frente a él se hallaba la audiencia perfecta: 28 pasajeros esperando a que saliera el autobús de la terminal. En ese instante los pasajeros experimentaban esa especie de placidez que da la certidumbre de no tener nada que hacer. Y aquella placidez estaba acompañada de un sentimiento de inquietud, por estar a punto de comenzar una nueva aventura. En ese preciso momento, el devoto de Caitanya Mahaprabhu, Vrajavasi das, aparecía cargando una mochila repleta de libros de Srila Prabhupada.

Con una fuerte palmotada que daba con las manos, Vrajavasi sacaba de su sopor a los pasajeros. En seguida les mostraba la sección de láminas del libro rojo de Krishna, y comenzaba con su cascada de mantras: “Su atención por favor, damas y caballeros. Un grupo de estudiantes del Instituto de Estudios Vedicos nos dedicamos a distribuir estos libros para el beneficio de la sociedad en general. Nosotros no somos vendedores, y no salimos a la calle con fines de lucro. Lo que en realidad nos interesa es distribuir este precioso conocimiento que procede de la India".

"Como todos ustedes saben, la India es la cuna de una sabiduría milenaria, y precisamente es esa sabiduría la que nosotros nos dedicamos a distribuir. ¿Y a cambio de qué? A cambio de una modesta cooperación que nos sirve para imprimir más libros para el bienestar de todos ustedes".

Atónitos por la escena inusual, los pasajeros suspendían la lectura del periódico o interrumpían sus conversaciones, para clavar su mirada en aquel joven ágil y nervioso que disparaba tantos argumentos con el propósito de distribuir aquellos libros.


Con el dedo índice de la mano derecha, Vrajavasi mostraba la lámina en la que Krishna y Balarama aparecen rescatando a Sandipani Muni del fondo del océano. Y comenzaba su explicación: “Ese elemento tan esencial que es el agua cura cualquier enfermedad. En México aún no hay tanta información al respecto. Pero en este libro, un filósofo alemán nos explica todos los beneficios que proporciona el agua para la salud.”

El chofer se asomó como para verificar si ya había entrado todo el pasaje. El silencio era tal que podía escucharse el zumbido de una mosca. Los pasajeros permanecían absortos escuchando este discurso. Vrajavasi cambió de página, y con el dedo índice señaló la lámina en la que Balarama y Rukmi juegan ajedrez. Sin dejar de pensar en Krishna explicó: “La habilidad mental, la habilidad para hacer negocios, en fin la habilidad para lograr el éxito en la sociedad en que vivimos, se explica de forma magistral en este libro. Mediante el juego del ajedrez de una manera amena, sencilla y sumamente accesible, el autor nos enseña a jugar estratégicamente el juego de la vida...”

Vrajavasi estaba convencido de que quien hablaba no era él, considerándose sólo un instrumento del Señor Krishna. Era el Señor Krishna personalmente quien le estaba dando Su misericordia para poder distribuir los libros de Srila Prabhupada en aquel autobús de la ADO que en ese preciso momento se disponía a partir hacia Queretaro.

“El sexo --Vrajavasi continuó con su discurso, sin dejar de blandir la mano derecha para imprimir énfasis a su discurso-- es el tema que desde tiempo inmemorial inquieta a toda la humanidad. ¿Es el sexo sólo para procrear? ¿Es el sexo un reflejo de nuestro amor latente por los demás? A todos nos interesa saber cuál es la función correcta del sexo. Pues en este libro ustedes van a encontrar una formidable explicación de ese escabroso tema que ha tenido en vilo a la humanidad desde que es humanidad…”

(Extracto de la novela en preparación "Los Hare Krishna en México".)

1 comentario:

Sri Vrindavan dijo...

Jay Sri Radhe, Dice un refran mexicano, platica poblano mientras yo te gano,solo basta con ver las paginas de la o las otras misiones para ver que en lugares donde tenia presencia iskon,ahora ellos tienen proyectos consolidados, granjas, retiros espirituales para jovenes,viajes comunitarios al santo dam. todo gracias a una buena direccion y organizacion, muchos buenos talentos de srila prabhupada siguen adelante ya sin la utopia del gbc. haribool .