martes, febrero 17, 2009

Gurus de Peluche # 3

por Astika das

Al leer la última entrega de «El Tambor Rugiente», en la cual queda al descubierto la posición wishi-washi de Hridayananda das Goswami, uno se explica el por qué del fracaso del Movimiento Hare Krishna. Agradezco que existan foros como este que nos permiten poner en evidencia a los nefastos personajes que frenaron el Movimiento que —según Srila Prabhupada— salvaría al mundo. En vez de eso se convirtió en una organización disfuncional, en una guarida de holgazanes que en los últimos años se han dedicado a dilapidar el patrimonio que heredaron de su maestro espiritual.

En la presente nota me limitaré a narrar algunas anécdotas personales relacionadas con Hridayananda das Goswami, quien —en Mayapur, West Bengala, India— le dio la iniciación harinama a mi hijo Sri Krishna Murari. Afortunadamente él rechazó todo vínculo con este funcionario de ISKCON que en el pasado se caracterizaba por denostar implacablemente todo aquello relacionado con el sexo pero que, gracias al fervor con que canta sus rondas, Krishna lo ha iluminado hasta el grado de convertirlo en el bienqueriente de la causa gay.

CON AMIGOS COMO ÉSTE

A principios de la década de los Ochentas, en un salón de las instalaciones del templo de Mayapur Chandrodaya Mandir, mi esposa, Bimala devi dasi fue sometida a un juicio sumario por “su santidad” Hridayananda das Goswami y un grupo de sus discípulos. En ese tiempo, Hridayananda das Goswami estaba furioso porque muchos discípulos de Srila Prabhupada desertábamos de ISKCON para buscar refugio bajo los pies de loto de Srila Sridhara Swami.

Bimala devi dasi me contó que delante de cincuenta de sus discípulos, Hridayananda das Goswami la humilló diciéndole que ella se casó conmigo solamente por mi genital. Yo no estaba presente en esa ocasión pues ya me hallaba en el asrama de Sridhara Swami, y hacía todo lo que estaba de mi parte para que mi esposa se fuera también allá. Mientras tanto, en ISKCON consideraban que debido a mi asociación con Srila Sridhara Swami y los devotos de la misión Sri Caitanya Saraswath Math, yo estaba contaminado y por lo tanto comisionaron a la madre Sita —la ex-esposa de Jagajivan das— para custodiar a Bimala devi dasi y evitar que se asociara conmigo.

Mi esposa se llamaba Madravati devi dasi en ISKCON, y era discípula de Pancadravida Swami. En Vrindavan posteriormente ella fue a visitar a un kaviraj. Iba en compañía de una devota italiana que fungía como su guardaespaldas para evitar que yo me acercara. A pesar de la renuencia de la devota italiana, yo me subí en la riksha que las transportaba y le prediqué todo el camino sobre escapar de ISKCON y asociarse con los devotos de Sridhara Swami. Al fin lo logré. Ella se unió al Math de Srila Sridhara Swami y yo conseguí su iniciación de manos de él.

SRILA SRIDHARA SWAMI ES MALO

Mi hijo Sri Krishna Murari vivió en Vrindavan, India, de los 8 a los 14 años. Srila Prabhupada nos pidió a todos sus discípulos que lleváramos a nuestros hijos al Gurukula de Vrindavan, India, para que emprendieran la vida devocional desde la más tierna infancia. Después de la partida de Srila Prabhupada las cosas se comenzaron a deteriorar, y lo que se había planeado como “el semillero de los futuros predicadores” se convirtió en una guarida de homosexuales y fanáticos. Cuando yo me di cuenta de esto traté de sacar a mi hijo del Gurukula, pero varios de los principales líderes de ISKCON me sometieron a un juicio sumario en las instalaciones del templo de Vrindaban e impidieron que sacara del Gurukula a mi hijo, Sri Krishna Murari.

Dhanurdhara Swami, director del Gurukula de Vrindavan, me pidió que me presentara en su oficina después del prasadam de la mañana. En la oficina se hallaban Bhurijana das, Ananta Deva das, el mismo Dhanurdhara Swami, y otros funcionarios de ISKCON a quienes no recuerdo. Ellos me dijeron que no podía sacar del Gurukula a mi hijo porque yo estaba contaminado por las enseñanzas de Sridhara Swami, y que por lo tanto, en vez de ayudar a mi hijo lo contaminaría. En ese momento yo debí haber acudido a las autoridades judiciales de India y solicitar la extradición de mi hijo, pero me sentía impotente.

Lo único que hice fue acudir a la habitación de mi hijo con la intención de despedirme de él. Los líderes de ISKCON le habían lavado el cerebro a mi hijo diciéndole que por asociarme con Srila Sridhara Swami yo me iría al infierno, que la energía ilusoria de Krishna me había atrapado en sus redes, y que tenía prohibido asociarse conmigo. Yo me consolé viendo que él estaba satisfecho en su servicio como pujari de las Deidades del Krishna Balarama Mandir.

VA DE NUEZ

Al año siguiente volví a Vrindabana, pero los devotos del Krishna Balarama Mandir me informaron que los niños del Gurukula habían viajado a Mayapur para celebrar Gour Purnima. Me fui a Mayapur a buscar a mi hijo. Para entonces ya no necesité convencerlo de abandonar ISKCON. Él ya se hallaba completamente insatisfecho con la atmósfera que privaba en la organización que fundara Srila Prabhupada. Antes de decirle yo nada, él me pidió que lo sacara del Gurukula y que lo llevara conmigo. Entre los dos planeamos una estrategia: Le diríamos a su gurudeva, Hridayananda das Goswami, que viajaríamos de vacaciones al sur de India.

Se nos informó que Hridayananda das Goswami y un nutrido grupo de sus discípulos se hallaban reunidos en uno de los salones del Sri Chandrodaya Mandir. En efecto, cuando Sri Krishna Murari y yo entramos al salón donde se celebraba el istagosthi, un grupo como de cincuenta devotos escuchaban absortos las gracejadas de su gurudeva. Al vernos entrar, haciendo alarde de su sentido del humor y de su manejo del idioma español, Hridayananda das Goswami exclamó: “Ah, de tal palo tal Astikito”. Los discípulos celebraron con risotadas la gracejada de gurudeva. Luego, desviando su atención hacia mí, preguntó: “¿Y qué planes tienes, Astikito?”.

Yo le respondí que al día siguiente, Sri Krishna Murari y yo viajaríamos al sur de la India. Haciendo una de sus acostumbradas rabietas exclamó: “Pero aún no termina el curso académico de Gurukula. Aún hay una semana de clases”. Para apaciguarlo, le respondí que yo viajaría solo y que en una semana regresaría por Sri Krishna Murari.

Murari y yo salimos del istagosthi y corrimos para escaparnos de ISKCON. Cruzamos el Ganges y nos instalamos en el asrama de Srila Sridhara Swami. Murari y yo habíamos acudido al istagosthi de Hrdayananda para hacer correctamente las cosas. Pero en ISKCON lo único que funciona es la mentira, y por eso tuve que recurrir a esa mentira piadosa para rescatar a mi hjo. ¡Qué tenía que entremeterse Hrdayananda en mis funciones como padre de familia!

Una vez en Navadvipa, Bhakti Kusum Asrama me llevó a una reunión que se celebró en el pequeño brazo del Ganges que pasa cerca de Kolerganj Math. Ahí yo le confesé a Sagara Swami que me sentía mal por estar sacando del gurukula a mi hijo, pues Srila Prabhupada le pidió a sus discípulos que nuestros hijos estuvieran allí. Sagara Swami respondío: "En ISKCON ya no existe el Gurukula, pues Gurukula significa la casa del guru y en ISKCON ya no hay guru pues se dedican a blasfemar en contra de Sridhara Swami". Después de esa breve explicación me quedé más tranquilo. Govinda Maharaj también le planteo mi preocupación a Srila Sridhara Swami, y él dijo: "No tiene porqué preocuparse. Él y Bhakti Kusum Asrama no fueron al gurukula y ahora son buenos devotos."

EL NEFASTO DHANURDHARA

En realidad, yo desconfié todo el tiempo de Dhanurdhara Swami. El tiene algo de autista. En una ocasión yo llegué a la habitación de mi hijo, Sri Krishna Murari, en el edificio del Gurukula, y me sentí muy mal al ver que mi hijo tenía tiña en la cabeza. Yo me quejé amargamente con Dhanurdhara Swami; le dije que en México esa enfermedad sólo se daba entre el lumpen, entre la gente más desprotegida de la sociedad mexicana, y que era por falta de higiene. Él me respondió: "Lo que pasa es que Murari es un gran devoto, es un avadhuta. A él le interesa muy poco la higiene."

Yo me sentí muy mal por la respuesta de Dhanurdhara e inmediatamente me dirigí a la habitación de Tamal Krishna Goswami, quien ese año era la autoridad máxima del festival de Vrindaban. A diferencia de la habitación de mi hijo, la habitación de Tamal Krishna Goswami parecía un espejo de limpia. Él era custodiado por dos sirvientes; uno cuidaba la entrada de la habitación y el otro lo acompañaba dentro de la habitación. Cuando le planteé mi queja se mostró muy indignado y mandó llamar a Dhanurdhara Swami. Más tarde apareció furioso Dhanurdhara Swami en la habitación de Murari, y me reclamó: "¿Por qué me acusaste con Tamal Krishna Goswami? Yo le respondí que no tenía ninguna otra salida.

BLASFEMIAS EN CONTRA DE SRIDHARA MAHARAJA

Cuando le dije a Hridayananda Maharaja que no me llevaría conmigo a Sri Krishna Murari al sur de India, sino que regresaría por él en una semana, mi respuesta pareció complacerlo pues esbozó una enorme sonrisa de satisfacción, y en seguida continuó con su disertación: “¡Ha…sí. Estábamos en que Sridhara Maharaja desea robar la obra de Prabhupada. Él ambiciona sus discípulos, sus asramas.” Los discípulos de Hridayananda das Goswami asentían con la cabeza a las declaraciones de su gurudeva. Sin embargo, yo sabía que todas esas declaraciones eran completamente falsas pues el propio Srila Prabhupada le pidió Srila Sridhara Swami: “Tú no tienes que ir a Occidente. Yo me encargo de traer a los occidentales, y tú les predicas. Construiremos un elevador para que no batalles con tus piernas al subir por la escalera”. Sin embargo, Srila Sridhar Maharaja rechazó la propuesta de Srila Prabhupada; a él no le gustaban las multitudes. Él prefería hablar hari-katha con dos o tres amigos en la intimidad de su habitación.

Yo me sentía rabioso al escuchar las calumnias de Hridayananda das Goswami en contra de Srila Sridhara Swami. Sin embargo también me sentía impotente, como cuando los líderes del Gurukula me sometieron al juicio sumario en el Krishna Balarama Mandir y me impideron llevarme a mi hijo. La única salida que tenía era fingir demencia pues de lo contrario mi vida peligraba.

(Continuará)

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