martes, octubre 06, 2009

Se desapareció


por Radha Krishna das

Había mucha emoción porque Hridayananda das Goswami estaba en México. Pero luego de algunos días veo a mucha gente confundida y decepcionada. Aunque en cierto sentido la culpa es de ellos mismos. Las expectativas sentimentalistas —aun en medio de un proceso tan serio como lo es el vaisnavismo de Sri Caitanya Mahaprabhu— van a acarrear las predecibles consecuencias dentro del plano mental.

Aquí en «El Tambor» relatamos cómo Hridayananda llegó vestido de karmi al templo. Y así, vestido de karmi, con su gorro de béisbol puesto, presidió su propia recepción que incluyó sentarse en el vyasasana para hablar ante la audiencia.

Cuando Srila Prabhupada vivía, los sannyasis y devotos en general sólo se vestían de karmis cuando tenían que cruzar fronteras hostiles donde quizá les impidieran la entrada vestidos de vaisnavas. Pero una vez cruzada la inmigración, se vestían de vaisnavas en el trayecto al templo, y llegaban como vaisnavas impecables ante la congregación y las Deidades. Pero ese no ha sido el caso con Hridayananda en México, ni en Brasil.

Ya habíamos mencionado que a México han arribado todo tipo de sadhus vestidos de vaisnavas, y nunca han sido hostigados por las autoridades, pues existe la consigna oficial de respeto a los representantes de todas las religiones. Estoy seguro que en Brasil es el mismo caso.

Entonces, ¿por qué andar vestido de karmi en plena visita pastoral? Ya sea durante el viaje o luego de llegar al templo, no se justifica que Hridayananda esté vestido de karmi, a menos que eso sea un mal hábito que él está tratando de imponerle a esta dócil congregación, para obligarlos a que lo acepten como él quiere.

Luego de que Hridayananda llegó al templo vestido así, algunos devotos notaron que además no llevaba el cordón sagrado brahmínico, o al menos nunca se lo pudieron encontrar. Tampoco le vieron la kantimala, aunque dicen por ahí que sí la llevaba, pero suelta porque apretada le molesta la piel. Vaya usted a saber qué está pasando realmente.

Yo creo que así como Hridayananda era muy ingenioso en Los Angeles para comerse todos los pasteles con sabor a chocolate que se le antojaban— pidiendo que se los elaboraran de algarrobo—, pues de la misma manera debió resolver su molestia cutánea haciéndose una kantimala y un cordón sagrado hipoalergénicos. Pero no parece ser un asunto que le interese mucho, y sólo dice que le afectan la piel, y colorín colorado.

Hablando de chocolate, resulta que cuando Hridayananda llegó al templo se encontró de repente cara a cara con el Prabhu Caitanya. Cuando lo vió le dijo: “¡Ah, el Chocolate”. Esto dejó a Caitanya pensando: “Si prefiere decir la palabra ‘Chocolate’ en vez de ‘Caitanya’, es asunto suyo”.

Y, ¿qué pensar de que tuviera las manos metidas en los bolsillos del pantalón karmi durante el gurupuja de Srila Prabhupada? Eso causó todavía más confusión. De lo contrario no me lo hubieran mencionado tres devotos distintos. ¿Es este tema relevante? Yo creo que sí. El lenguaje corporal dice más que las palabras y las apariencias. Yo invito al lector a que me ayude a descifrar el significado sicológico de esas manos en los bolsillos.
(Escribir a eltamborrugiente@gmail.com.)

Hridayananda dio una clase en el templo el miércoles. Las cortinas del altar estaban cerradas pero fueron abiertas de repente a media clase. En forma socarrona el Goswami dijo: “Oh, ahí está el jefe”. Para él, todo es motivo de chiste, incluso Sri Sri Radha Madan Gopal. No me imagino a Srila Prabhupada o a cualquier discípulo suyo que sigue correctamente sus pasos, ver a las Deidades y señalar: “Ahí está el jefe”, extrayendo de la audiencia la predecible risita zombie impotente.


Y en típico estilo suyo, Hridayananda de repente se declaró enfermo y dejó plantada a la numerosa concurrencia que asistió a las iniciaciones del viernes en la tarde. Hubo una ceremonia de fuego, pero él nunca llegó. Estableció una videoconferencia desde su residencia y dijo unas palabras que casi nadie entendió debido a la conexión tan defectuosa. Luego dio instrucciones que los iniciados deberían ir el sábado en la mañana a su casa a recoger su japa y nombre de iniciado.

Pues algo parecido sucedió el sábado durante el Rathayatra. Nunca apareció. Se quedó en sus aposentos sin asistir al festival, a pesar de que era el orador titular del evento. El domingo pasó lo mismo. Él era el orador principal del día y tenía programada una conferencia de nombre "Un oásis en medio del desconcierto". Entre los devotos terminó siendo "Un desconcierto en medio del Rathayatra".

¿Qué tan enfermo estaba realmente Hridayananda? ¿Estaba tan impedido para hablar que se tenía que quedar en su casa todo el día? ¿Era su malestar tratable con aspirinas y un antidiarreico? ¿Sería que en realidad no estaba tan enfermo, pero los eventos carecían para él de la suficiente importancia que justificaran su presencia?

¿Qué pensar de todo esto? Ropa karmi en el vyasasana, ausencia de compromiso inquebrantable en los programas de prédica, video-darshan, toda una concurrencia colgada en un evento tan importante como lo son unas iniciaciones, desaparecido durante los dos días del Rathayatra. ¿Qué lectura darle a esta serie de fenómenos?

El sábado en la noche, un grupo de Tulancingo se trasladó a la residencia de Hridayananda para participar en un darshan con él. Uno de los allí presentes me dijo que estuvieron de las 8 a las 10:30 con él y se veía totalmente normal. Añadió: "Su sentido del humor estaba intacto". Y agregó que uno de los sirvientes de Hridayananda le dijo que la noche anterior estuvo levantado hasta las 11:30, y que pasaba el tiempo tocando el piano. Durante el video-darshan también se veía bien, podía hablar normalmente, y no tuvo que interrumpirlo para ir al baño.

Aquellos con quienes hablé sobre este tema concluyen que Hridayananda se desapareció el viernes, sábado y domingo, simplemente porque no le interesaba lo que estaba pasando. Se le hizo más fácil escudarse en un padecimiento médico, real o aparente, para quedarse en un ambiente cómodo al margen de los programas oficiales.

Incluso si tuviera alguna dolencia, su semblante no daba señales de una verdadera emergencia. ¿Qué hubieras hecho tú, estimado lector, si tuvieras chorrillo pero de repente se te presenta la oportunidad de ver a Srila Prabhupada y servirlo personalmente? Pues aunque fuera con un pañal te aprovechabas de tal bendición.

Pues asistir al Rathayatra y servir a los devotos son también manifestaciones de la misericordia de Srila Prabhupada, y deben ser vistos de esa misma manera. Por eso es muy difícil de aceptar que Hridayananda no se hubiera aparecido para nada en los eventos públicos durante esos tres días.

—A ELLOS NO LOS QUIERO, PERO A ELLA SÍ.

Un discípulo de Srila Prabhupada dio su propia explicación, aunque no puedo revelar su nombre para evitarle consecuencias. Él escuchó personalmente a Hridayananda decir una vez durante una conversación en México que los mexicanos eran peores que los negros. En ese contexto se entendería muy bien su indiferencia y desgano por convivir con ellos durante los eventos que estaban programados. En otras palabras, no los quiere.

Y un devoto me relató lo que escuchó cuando otro devoto le ofreció a Hridayananda durante esta última visita una entrevista para la radio. Éste le contestó: "Ya no me hablen del Rathayatra". Con esto quizá podemos comprender mejor su ausencia del festival.

Ya cuando se hablaba libremente del tema, otro devoto hizo la observación que Hridayananda dejo de visitar México con la frecuencia acostumbrada cuando disminuyeron los abundantes daksinas que le daban cada vez que venía a México. A eso, un discípulo de Srila Prabhupada dijo que cuando él era el presidente del templo de Veracruz una vez Hridayananda le pidió un préstamo de diez mil dólares. El devoto tomó todo el capital del templo y se lo entregó. Nunca más supo sobre los diez mil dólares. Hridayananda no hizo el más mínimo intento de pagarlos, ni se comunicó con él para darle una explicación. Simplemente el dinero desapareció.

En fechas recientes apareció en el «Sampradaya Sun» una editorial sobre el fracaso de Iskcon para establecer un sistema de gurus digno. Ahí se hace un análisis de los 11 acharyas originales, y se introduce el concepto de la “lenta pero estable decadencia” de algunos de ellos. Hridayananda queda incluido en esa categoría. Leamos más al respecto:

“El primer acharya de zona que se cayó fue Hansadutta. Se cayó al poco tiempo de que Srila Prabhupada se había ido —poco después de ser incluirlo como uno de los supuestos once acharyas que cometieron este error. Algunos años después le tocó a Jayatirtha. Y todo ese tiempo hubo gente como Bhavananda, quien llevaba una vida caída pero era protegido por sus amigos. Así que todos ellos —en diversas medidas y maneras— se cayeron de la posición espiritual que alegaban tener, pues todo era un simple ardid. En mayor o menor grado, casi todos ellos parecían sinceros, fuertes y capaces de mantenerse, hasta el momento en que se caían.

“Entonces, justo después del Movimiento de Reforma, hubieron a finales de los 1980s unas caídas grandes y significativas, a saber Ramesvara y Bhagavan. Y no olvidemos a Kirtanananda. Incluso después de la Reforma tuvimos gente como Satsvarupa, quien se encontraba en medio de una lenta pero estable decadencia. Harikesa también estuvo en decadencia durante un período prolongado, y se fue finalmente en medio de una gran nube dramática. Hridayananda Swami ahora también se está desvaneciendo en forma lenta pero segura hacia la no-existencia, tanto como Swami, Guru, y hasta como devoto. Tamal Krishna Goswami, quien se desvaneció en forma muy parecida a la que Hridayananda está experimentando ahora, tuvo un fin dramático y trágico al morir en un accidente automovilístico. Y más recientemente, Jayapataka Swami también tuvo una crisis médica muy dramática y traumática, aunque predecible, y ya no puede mantener su posición con efectividad”.


¿Será el comportamiento de Hridayananda un adelanto de lo que aquí se predice para él? Esperemos que no sea así, aunque las señales que pudimos observar durante su visita son preocupantes.

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