Dentro de la vida vaisnava pueden ocurrir acontecimientos insólitos pero que de alguna manera nos sirven de inspiración para nuestra propia práctica devocional. Son hechos que se salen de lo ordinario, pero sin convertirse en una parodia de la vida espiritual. Recuerdo algunos que quisiera compartirles:
-- Cuando a Srila Krishnadas Babaji, el querido hermano espiritual de Srila Prabhupada, le oscultaron el corazón pocos días antes de su tirobhava, ¡un totalmente estufecto kaviraja no escuchó los latidos, sino "Hare Krishna Hare Krishna"!
-- Cuando en 1995 le hicieron a Srila Narayan Maharaja una operación de corazón abierto para colocarle dos by-passes, mientras estaba totalmente sedado por la anestesia, empezó a cantar Hare Krishna. Tras culminar la operación, todos los médicos le pidieron iniciación.
-- Srila Prabhupada fue calificado de "enciclopedia" en el aeropuerto de Tokio, porque ilustraba sus libros con tantísimas historias, anécdotas, reminiscencias, citas, etc. que fue aprendiendo a lo largo de su vida. Y eso es es lo que hace que una persona sea culta, versada.
-- Mr. Sethi entró en coma en Bombay. Srila Prabhupada notó su ausencia. Tras inquirir, le dijeron que estaba mal de salud. Srila Prabhupada fue a visitarlo a su casa. Sethi le dijo: "No puedo ir a Juhu Beach porque no puedo moverme. Pero si tú le pides a Krishna, seguro que podré ir en un par de días".
Sethi era el encargado de construir el complejo de Juhu Beach. Srila Prabhupada le dijo: "Let me see what I can do for you" (“Deja ver lo que puedo hacer por ti”). Satsvarupa no incluyó este episodio en el "Lilamrita", el cual fue confeccionado a la medida de los intereses de la GBC.
Pocos días después Sethi se recuperó milagrosamente. El prestigioso médico musulmán que lo atendía quedó boquiabierto. A toda prisa pidió una audiencia para ver a Srila Prabhupada, y tras conseguirla, entró en su despacho ofreciéndole dandavats. Le dijo: "¡Yo sé lo grave que este hombre estaba! ¡Era imposible que se salvara! Pero ahora sé que usted intervino y lo salvó. ¡Por favor, deme refugio!".
-- Y tenemos, finalmente, el siguiente pasaje del "Diario Trascendental", de Hari Sauri das, en el que vemos de nuevo a Srila Prabhupada otorgando sus bendiciones. Sin embargo, éstas no son siempre como los solicitantes las esperan.
Pocos días después Sethi se recuperó milagrosamente. El prestigioso médico musulmán que lo atendía quedó boquiabierto. A toda prisa pidió una audiencia para ver a Srila Prabhupada, y tras conseguirla, entró en su despacho ofreciéndole dandavats. Le dijo: "¡Yo sé lo grave que este hombre estaba! ¡Era imposible que se salvara! Pero ahora sé que usted intervino y lo salvó. ¡Por favor, deme refugio!".
-- Y tenemos, finalmente, el siguiente pasaje del "Diario Trascendental", de Hari Sauri das, en el que vemos de nuevo a Srila Prabhupada otorgando sus bendiciones. Sin embargo, éstas no son siempre como los solicitantes las esperan.
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Temprano por la mañana Tamal Krishna M., Harikesa y yo tomamos un tren que nos llevó a Nelore, una pequeña ciudad al norte del estado de Andra Pradesh. Los devotos de Madrás nos despidieron en la estación con un gozozo kirtana. El canto provocó que los pasajeros se percatasen de la presencia de Prabhupada, y algunos de ellos se acercaron al vagón y nos miraron llenos de curiosidad. Cerramos la puerta y nos acomodamos en las literas de un compartimiento de primera clase.
En realidad no se lo debía designar con el nombre de “primera clase”, pues era un compartimiento sin mayores comodidades, sucio, y con hollín adherido en todas partes. El hollín es el residuo del humo que producía la locomotora. La única ventaja era la privacidad de la cabina. Con todo, Srila Prabhupada dijo que prefiere viajar en tren y no en aeroplano. El ferrocarril ofrece más espacio y una travesía relajante.
Trajimos varias frutas y platos que servimos a la hora del almuerzo. Tras tomar prasadam, Prabhupada se recostó en una litera que los devotos habían cubierto con sábanas blancas limpias. Entre tanto nosotros comimos los remanentes.
Tamal Krishna salió a toda prisa para lavarse y cerró la puerta. Al regresar, entreabrió la puerta, se escurrió de costado por la abertura y de nuevo la cerró apresuradamente. Para responder a nuestros gestos inquisitivos, él comentó: “Hay tres hombres en el pasillo que quieren ver a Prabhupada. Sólo vendrán a preguntar alguna tontería y a perturbarlo. No los dejen entrar”. Los habitantes de la India a menudo piden a los santos que los bendigan, sin embargo, rara vez tienen una seria motivación espiritual. También hay muchos sadhus que suelen ofrecer esas vanas asirbhava o bendiciones.
Srila Prabhupada le ha dado a esta clase de sadhus el apelativo de asirbhava-maharaja. Por lo general ellos alzan la mano, hacen un ligero movimiento con la cabez y luego pronuncian unas frases amables. No hay discusión espiritual, ni transmisión de conocimiento, ni ninguna transformación. Aún así ambos quedan satisfechos con pedir y recibir estas inútiles asirbhavas. Según las enseñanzas de Prabhupada, tales intercambios no tienen ningún valor. Por consiguiente a sus sirvientes no nos gusta permitir que dichas personas que piden ese tipo de bendiciones le quiten el tiempo a Su Divina Gracia.
Los curiosos todavía estaban afuera en el momento que Harikesa y yo salimos del compartimiento. Cuando regresábamos, y a pesar de nuestra clara renuencia a no dejarlos entrar, ellos hicieron todo lo posible para colocarse delante de nosotros, pues sabían que si Prabhupada los miraba, por educación lo invitaría a pasar. En efecto. Tras notar su presencia, Prabhupada nos indicó que los dejásemos entrar. Los tres individuos ingresaron en la cabina y se sentaron en frente de Prabhupada; además, sonreían muy contentos porque se las habían ingeniado para burlar a los sectarios guardianes de un eminente santo y líder espiritual.
No tuvimos más remedio que sentarnos junto a ellos. Los sirvientes estábamos un poco molestos porque no pudimos evitar esta bien pensada intromisión. Pero ellos simplemente nos ignoraron y aguardaron con avidez el darsana de Srila Prabhupada. Como siempre, éste se comportó como un anfitrión cálido y cordial. De buen gusto Prabhupada los recibió cortésmente y les hizo unas pocas preguntas: cuáles eran sus nombres, de dónde eran originarios, a qué se dedicaban y cosas por el estilo. Luego los miró directamente a los ojos y les preguntó: “¿En qué puedo servirlos?”
“Swamiji, sólo queremos que nos dé sus bendiciones”.
“Qué bendiciones quieren”.
La respuesta de Prabhupada los cogió por sorpresa. Ninguno se había preguntado antes qué clase de bendiciones tenían en mente.
Como no esperaban dicho reparo, uno de ellos repuso: “Bueno Swamiji, a mí me duele esta rodilla…”.
Tras escuchar que nuestros forzados carraspeos casi se convierten en gemidos de indignación, el hombre agregó precipitadamente: “Y para nuestras familias también…”.
Segundo disparate al hilo.
“¡Ah! Y por supuesto que queremos ayudar a los demás…”.
Después de que el visitante enmudeció a causa del bochorno, Prabhupada hizo un gesto en dirección de sus discípulos que teníamos las cabezas rapadas, sikhas, kurtas, dhotis y collares de tulasi. Él les dijo a continuación: “Ésta es mi bendición. Estos muchachos lo han dejado todo para servir a Krishna y para cantar Hare Krishna. ¿Están listos para recibir dicha bendición?”
No hubo respuesta en varios segundos que parecieron una eternidad. Estaban completamente anonadados. Toda clase de indecibles pensamientos afloraban en sus mentes, y los sentimientos que les producían se reflejaban en sus rostros lívidos. Luego, antes de que pudieran volverse beneficiarios de semejante bendición, se pusieron de pie a toda prisa. Uno de ellos tartamudeó: “Bu…, bueno, en realidad Swamiji, en estos momentos tenemos muchos deberes con la familia y todo eso… Por ahora esta vida de sannyasi no es posible para nosotros…”. Tras ofrecer múltiples excusas y agradecimientos, los hombres se retiraron atropelladamente. Nos echamos a reír al ver que Prabhupada sonreía y movía lateralmente la cabeza.
“Ese es el problema. Creen que el sadhu es sólo un medio para evitar pagar la cuenta del médico. Eso es todo. Asirbhava-maharaja. A ellos no les interesa la vida espiritual”.