por Astika das
De acuerdo con la nota que publicó "El Norte" sobre la visita del Dalai Lama a Monterrey a principios de septiembre, su participación del líder mundial de los budistas estuvo plagada de lugares comunes. Veamos algunos de ellos: "Creo que actualmente el cáncer del mundo es la corrupción." El Premio Nobel de la Paz 1989, y figura central del Tercer Encuentro Mundial de Valores y Cultura de la legalidad, declaró además: "Yo no sé muy bien cómo es acá en México, pero me doy cuenta que la corrupción es algo que realmente tendría que ser controlado."
Evidentemente, el líder de los budistas es bastante perspicaz, pues le bastó con ver el panorama desolador de los alrededores del aeropuerto de Monterrey para llegar a esa conclusión. Este juicio a todas luces acertado se vería ampliado si el Dalai lama permaneciera algunos días en la capital de los Regios. En el lado poniente de la ciudad, en algunas de las avenidas importantes de San Pedro, como son El Callejón de los Ayala y la Avenida San Pedro, hay residencias en las cuales caben cómodamente 100 hindús o 40 familias regiomontanas pero en realidad albergan a unos cuantos regiomontanos con buen karma.
Cuando le pregunté a un amigo que quiénes vivían en esa zona, me respondió que entre los hijos de ese lugar se hallan familias de políticos encumbrados y empresarios destacados. Pero el Dalai lama, como ocurre con mucha gente importante, no tiene tiempo para hacer un análisis más concienzudo de Monterrey, pues alrededor del mundo están aguardando su mensaje de paz y compasión.
LAS DECLARACIONES DEL DALAI LAMA Y LA CONCIENCIA DE KRISHNA
Si analizamos la declaración anterior del Dalai Lama nos daremos cuenta que su concepción ontológica es muy limitada al lado de la concepción ontológica de Srila Prabhupada. La corrupción a la que alude el distinguido personaje no es exclusiva de Monterrey; es una característica inherente a los hombres de todo el mundo. Evidentemente la corrupción se manifiesta de formas diferentes en diferentes lugares, pero sigue siendo corrupción. La corrupción que hay en Tokio o en Finlandia es diferente a la corrupción que encontramos en Colombia o en México. En algunos lugares la corrupción es más sofisticada, en otros lugares es más burda, pero no deja de ser corrupción. El Dalai Lama no analiza a fondo el origen de la corrupción; se limita a observar parcialmente sus consecuencias, pero no descubre que el origen de la corrupción se halla en la identificación corporal.
Cuando el Dalai Lama declara que desconoce los mecanismos mexicanos de corrupción, deja ver que su concepción de corrupción es regional y no universal. Por su parte, Srila Prabhupada no se refería en forma regional a la corrupción, sino que la definía como parte de la naturaleza condicionada de la gente.
EL DALAI LAMA EN MONTERREY
La declaración del Dalai Lama de que no conoce cómo es la cosa en Monterrey, demuestra que su walterchaung, su visión del mundo, de los hombres que lo pueblan, es limitada. Srila Prabhupada jamás declaró que desconocía cómo era la gente en Finlandia o en Arizona, porque salvo por diferente color de piel o forma de ojos, el ser humano es el mismo en todos lados. El Señor Krishna no habló El Bhagavad-gita Tal Como Es para una población específica; Su mensaje está dirigido a los seres humanos de todos los tiempos y de todos los lugares. Si la primera parte de un enunciado es incorrecto, naturalmente su conclusión también será incorrecta. Al escuchar las declaraciones del Dalai Lama no se sabe si se trata de Perogrullo o de una gran personalidad que ofrece propuestas para corregir el mundo. Remata su enunciado diciendo: "La corrupción es algo que tendría que ser controlado."
Sin embargo, no enuncia cómo controlar la corrupción. Dicho de otra forma el Dalai lama postula lo mismo que postulan los teóricos ateos: "Deseamos el paraíso, pero sin Dios". Lo anterior, empero, no es posible. No hay premisas válidas para edificar una estructura sólida. En cambio, en la filosofía de la conciencia de Krishna existen varias premisas fundamentales. Una de ellas es que no somos el cuerpo; otra es que las entidades vivientes no pertenecemos a este entorno.
Una vez que se sabe esto, es más sencillo establecer un proyecto de vida. La idea es que no pertenecemos a este mundo, que el entorno material nos es ajeno, que de lo que se trata es de salir lo antes posible de este ambiente hostil y recuperar nuestra posición constitucional original. Si no hay tales premisas, todo el andamiaje verbal está sustentado en el vacío. La ignorancia ontológica es lo que provoca la injusticia, la corrupción, etc.
El reportero de "El Norte" declara que el Dalai Lama habló "ante un público que constantemente lo aplaudió." El publico aplaudía hasta rabiar pues el discurso del Dalai lama no los afectaba; por el contrario, los exoneraba de cualquiera culpabilidad. Por otra parte, el devoto se reconoce como el más caído, el más sinvergüenza. En cambio, la audiencia que asistió el 9 de septiembre al Auditorio Banamex a escuchar al Dalai Lama no se siente culpable de los males que aquejan a Monterrey ni al mundo entero. Ellos son los buenos de la película; los malos son los Zetas, los políticos, los ladrones. En cambio, ellos --a través de su buen comportamiento-- están tratando de implantar la bondad, la compasión y el altruismo para mejorar al mundo.Con su actitud parecen querer decir que los demás son los culpables de que la sociedad esté como está, mientras que ellos están actuando bien, tan bien que sacrificaron su valioso tiempo para asistir a esta conferencia.
UNA AUDIENCIA FELIZ PARA UN ACONTECIMIENTO FELIZ
La conferencia que dictó el monje tibetano en el Auditorio Banamex de Monterrey se intituló: "Construyendo armonía a través del Altruismo y la Compasión." ¿Qué significara todo esto? Absolutamente nada. Altruismo significa ser bondadoso y generoso con los demás; o compasivo, que parece ser la palabra favorita del guru tibetano.
En realidad estos términos están muy desgastados por su uso indiscriminado. A los Regios les encanta este término altruista, pero debido a sus propensiones altruistas la ciudad ahora se halla completamente desquiciada. Un amigo mío, antiguo profesor de Historia de la Cultura en la UNL, me dijo: "Monterrey es la historia de la pasión inutil, pues aunque aparentemente es una sociedad en ebullición, aquí ni pasa nada ni pasará nada. Todo es movimiento inútil. Todos los regios trabajan como hormiguitas luchonas pero sin rumbo." Sus palabras me hacen recordar a las modalidades materiales de la naturaleza; todo el mundo está en movimiento, pero no sabe por qué ni para qué.
Mas el monje tibetano continua con su perorata inconsecuente: "La corrupción debería ser controlada por los países que cuentan con un poder judicial y un poder legislativo." Según él, tal injusticia social puede desembocar en la violencia. Lo que él ignora es que la violencia existe en México desde tiempos prehispánicos. Ni siquiera debemos hablar de "crimen organizado", porque en México todo es azaroso, nada está organizado; el borlote, el mitote, es lo único sustentable en este país.
La gente de Monterrey está completamente angustiada por el incendio intencional de de hace unos días en el Casino Royale, pero esta clase de incidentes es evidente que abundarán en el futuro en un entorno donde se utilizan conferencias como las del Dalai Lama para distraer la atención hacia algo "nice". No existe una investigación seria ni en el terreno social ni en el laico --como repite a menudo el monje tibetano--, ni mucho menos una concepción metafísica seria y rigurosa.
CHESPIRITO Y EL DALAI LAMA COINCIDEN EN MONTERREY
--Om Mani Padme Hum.No sabemos cuáles declaraciones son más profundas, si las de la Chimoltrufia --la esposa de Chesperito-- quien está preocupada por sus mascotas y por la salud de su marido, o las del Dalai Lama, quien habla de algo más abstracto: ¨La felicidad y la paz se pueden alcanzar a través de una ética basada en la compasión."
La declaración anterior del monje budista se contrapone a las palabras del Señor Krishna del Bhagavad Gita, texto 11, capítulo 2: "Al hablar palabras doctas te lamentas por lo que no es digno de lamentación. Aquellos que son sabios no se lamentan ni por los vivos ni por los muertos." En el significado de dicho verso, Srila Prabhupada explica: "El cuerpo nace y está destinado a perecer hoy o mañana. Por lo tanto el cuerpo no es tan importante como el alma. Quien sabe esto es sabio en verdad y para él no hay causa de lamentación, sea cual fuere la condición del cuerpo material."
Esta declaración derrumba la tesis del Dalai Lama, pues según ella no hay lugar para la compasión. Al lado de los razonamientos planteados por el Señor Krishna en El Bhagavad Gita, estas declaraciones del tibetano suenan bofas.
¿Compasión por quién? ¿Compasión por los millones de indigentes que pueblan el universo, o por aquellos que provocan esa indigencia y quienes, a pesar de su opulencia material, viven de una manera irresponsable y se están labrando un destino incierto?
En el Libro de Krishna hay un pasatiempo en el que se plantea esta situación. Nalakuvera y Manigriva son maldecidos a convertirse en árboles debido a sus deseos lujuriosos. En el significado de ese pasatiempo, Srila Prabhupada explica los riesgos que acarrea la opulencia material. El Dalai Lama no habla de compasión por el alma porque ignora la existencia del alma (los budistas tibetanos son, a final de cuentas, nihilistas); él se refiere a la compasión por el cuerpo, por algo que en realidad no somos, por el envoltorio, y no por la esencia.
Dice el Dalai Lama: "Somos seres sociales, venimos ya naturalmente equipados con las condiciones para relacionarnos con los demás y también para preocuparnos por el bienestar de los demás porque ésas son las características de los seres sociales."
Sin embargo, en la sabiduría védica, especificamente en El Bhagavad-gita Tal Como Es, se dice que somos almas espirituales, aham brahmasmi, y no se habla de seres sociales. La responsabilidad esencial de la pesona es inquirir acerca de su verdadero ser, incluso antes de preocuparse por los demás. En los Vedas se afirma que nosotros no somos parte de la materia, que compramos una mala ganga al venir a este sitio contaminado, y que nuestra verdadera responsabilidad es salir cuanto antes de este sitio infernal. No se habla de que debemos hacer nuestra permanencia agradable en este lugar.
Bhaktisiddhanta Saraswati Thakur, el maestro espiritual de Srila Prabhupada, sostiene que este mundo material no es un sitio para caballeros. Cuando uno entra a un mingitorio público, tan pronto se concluye con lo que va a hacer allí se apresura para salir, y no aspira a mejorar ese lugar para hacerlo más habitable.
LA COMPASION POR EL CUERPO MATERIAL NO ES VERDADERA COMPASION
El Dalai Lama continúa: "Cuando hay compasión se empiezan a reducir todas las emociones destructivas, se reduce el miedo y se empieza a lograr una fuerza interior que antes no tenías. Esa fuerza hace que uno sienta paz." ¿Cómo puede haber paz sin una clara concepción ontológica? Si alguien se está ahogando en el océano y alguien se lanza a salvarlo, pero no lo salva sino que solamente rescata el calzón de baño, ¿hay verdadera compasión?
Srila Sridara Swami dijo que solo los imbéciles y los devotos puros son felices. Para el resto de la población no hay posibilidad de verdadera felicidad. ¿Como puede haber paz y felicidad en una sociedad de ladrones? El inefable sociólogo de Monterrey, Eulalio Guerra, declara que la única paz que conocemos en este medio es la paz de los sepulcros.
En el significado del texto 29 del capítulo 5 del Bhagavad Gita (Karma yoga, Acción en la conciencia de Krishna), Srila Prabhupada declara: ¨La mejor formula de la paz es sencillamente esto: el Señor Krishna es el beneficiario de todas las actividades humanas. Los hombres deben ofrecer todo al servicio trascendental de Señor porque Él es el propietario de todos los planetas y sus respectivos semidioses."
--¡Ay, ay, ay, ay, canta y no llores!La superficialidad de los conceptos del Dalai Lama nos recuerda algunas homilías de los sacerdotes católicos. Alguien una vez me reclamó esto: "Dirás
de algunos sacerdotes católicos, pues no todos son iguales". Es cierto, algunos son más carismáticos, algunos más lerdos, pero en esencia el discurso de todos ellos carece de profundfidad filosófica. En una ocasión, en una misa de 15 años, el sacerdote, refiriéndose a la quinceañera, dijo: ¨No hay que pecar. Siempre hay que actuar en la presencia de Dios, pues Diosito sufre cuando nosotros pecamos." Mientras el mencionado sacerdote se desgañitaba con su discurso, la quinceañera miraba lujuriosamente a su copetudo galán. A ella lo único que le interesaba era su vestido de quinceañera y su galán, pues ignoraba quién es Dios, qué es el bien, qué es el mal, y cuál es el significado de la vida humana. En la sociedad materialista todos vivimos en la ilusión, y los lideres de esta sociedad confundida, como el Dalai lama, se encargan de atizar no de eliminar la ilusión.