El Barquero Inexperto

por Astika das

Las revelaciones de El Tambor Rugiente sobre Bhakti Aloka Paramadwaiti Swami y su organización Vrinda han generado una gran polémica. Por un lado están los argumentos de sus detractores, y por el otro las apologías de sus aduladores. Un análisis de ambas tendencias permite que los lectores de El Tambor se formen un criterio maduro acerca de la vida espiritual.

En mi caso personal, la nota sobre la influencia perniciosa que ejerce Maharaj Paramadwaiti sobre sus colaboradores más cercanos --específicamente en Sadhu Maharaja--, me provocó algunas reflexiones que quiero compartir con los lectores.

Me contaron que los devotos suramericanos estaban muy confundidos porque el estilo relajado de Sadhu Maharaj contrastaba notablemente con la prédica de otros líderes de Vrinda. Por ejemplo, la prédica de Hrsikesa Maharaj reflejaba que antes de ser devoto de Krishna había sido jefe de policía. Srila Prabhupada decía que hacerse consciente de Krishna es declararle la guerra a maya; entonces el Maharaj utilizaba un estilo castrense en su prédica : “¿Usted se cree más importante que Krishna? ¿Le gustaría estar en el lugar de Krishna y encaramarse en el altar para que le hagan puja?”

En cierta ocasión, yo me hallaba de visita en Santa Fe de Bogota, Colombia. Los devotos me pidieron que diera la clase del Bhagavad-gita, pero en ese instante llegó Harijana Maharaj --a quien los devotos colombianos veían como un semidios. Yo decliné la invitación, argumentando que Harijana Maharaj era un sannyasi y yo solo un comerciante caído que visitaba el templo, por lo que era de elemental etiqueta cederle la distinción.

Sin embargo, Maharaj Harijana me tenía una gran simpatía y me insistió que yo diera esa clase. Después de un rato de forcejeos se decidió que Maharaj Harijana daría la clase. No la grabé, y por lo tanto resulta imposible repetirla textualmente, pero la tónica de su clase era más o menos la siguiente: “Nos sentimos Bhagavanes. Hoy en la tarde yo fui a ver al dentista. El dentista me está arreglando la boca para que yo me vea más bonito. A todos nos gusta vernos bonitos. Pero ¿qué es lo que soy? En realidad soy un costal de excremento". Nadie negará que Maharaj era un devoto muy querido, muy entregado; sin embargo, no me fue posible calificar su prédica de muy profunda.

EL ESTILO DE PREDICA DE SADHU MAHARAJA

Tanto Harijana Mahara como Hrsikesa Maharaj eran muy estrictos en la práctica del sadhana. En cambio, Sadhu Maharaj era muy relajado. Los devotos me cuentan que en sus clases no hablaba acerca del sadhana que debemos practicar para avanzar en la vida espiritual, sino que se dedicaba a narrar pasatiempos muy íntimos del Señor Krishna. Tampoco hablaba de la necesidad de cantar rondas, y él personalmente no las cantaba durante Brahma Muhurta. Por lo general, se levantaba ya tarde e invitaba a los devotos a comer helado. Naturalmente, los devotos se confundieron, pues antes de la visita de Sadhu Maharaj estaban acostumbrados a la prédica estricta de los líderes locales. Ellos hablaban de la necesidad de levantarse dos horas antes de que saliera el sol (Brahma muhurta), cantar 16 rondas, seguir estrictamente los 4 principios regulativos, y no comer nada que no fuera prasadam. Por su parte, Sadhu Maharaj hablaba de los pasatiempos íntimos de Krishna, y comía helados.

Sin embargo, los devotos se sentían atraídos a la prédica de Sadhu Maharaj pues él no había sido novillero ni comeperros como era el caso de Harijan Maharaj. Tampoco había sido jefe de policía, como Hrsikesa Maharaj. Además, a diferencia de los dos sannyasis colombianos, Sadhu Maharaj era hindú y pertenecía a una familia de la realeza. Más aun, su familia era de devotos vaisnavas que inclusive habían construido un templo en Vrindaban.

SADHU MAHARAJ VISITA VRINDA MEXICO

Naturalmente, la prédica de Sadhu Maharaj cautivó a la audiencia de Vrinda México. Su prédica era permisiva, y no rígida como la prédica de Srila Prabhupada. En el apartado II (Eligiendo a un maestro espiritual) de La Ciencia de la Autorrealización, Srila Prabhupada dice:

“Como la gente quiere todo muy fácil, es engañada. Nosotros les pedimos a nuestros discípulos que se abstengan de la vida sexual ilícita, de comer carne, de los juegos de azar, y de embriagarse o drogarse. La gente cree que todo esto es muy difícil --una molestia. Pero si otro dice: 'Puedes hacer cualquier disparate que quieras, simplemente toma mi mantra', entonces la gente lo querrá. El caso es que la gente quiere ser engañada y, por lo tanto, aparecen los engañadores. Nadie quiere someterse a ninguna austeridad.”

Esa noche, además de unos cuantos devotos antiguos, la audiencia de Vrinda México estaba compuesta por jipis fachosos, drogadictos, madres solteras, etc. Refiriéndose a ellos, Sadhu Maharaj dijo: “Yo veo que esta audiencia está compuesta de puros vrajavasis” (habitantes de Vrindavan). Esto era completamente falso; se trataba de un elogio desproporcionado, que Srila Prabhupada jamás utilizaría para referirse a sus audiencias alrededor del mundo.

Al final de la clase, durante la sesión de preguntas y respuestas, un invitado preguntó: “Maharaj, ¿cree usted que algún día se abolirá el uso del dinero?" El Maharaj respondió que sí, y añadió que en el futuro el sistema de trueque volvería a imperar. Alguien iría al mercado y le darían papas a cambió de maíz.

Una vez los devotos le informaron a Srila Prabhupada que los materialistas estaban preocupados por sus propuestas de vida sencilla y pensamiento elevado. Srila Prabhupada les dijo que los materialistas no deberían de preocuparse pues su sociedad materialista continuaría indefinidamente. Esto suena más lógico y congruente que la respuesta de Sadhu Maharaja, la cual estimula la indolencia que --con mucha pericia-- ya practicaba la audiencia.

ESA NOCHE FUI EL NEGRITO DEL ARROZ

Esa noche todos, excepto yo, quedaron muy complacidos con la clase de Sadhu maharaja. Como discípulo de Srila Prabhupada, yo sentía que era mi deber trasmitirle el motivo de mi desazón. El Maharaj, muy feliz y sonriente, se hallaba en el centro del salón del Centro Cultural Srila Prabhupada, departiendo con algunos invitados. Quien traducía la conversación era Bhagavatamrita das, un devoto colombiano que lucía una enorme sikha que le caía hasta media cintura, y quien posteriormente abandonó a su esposa Vrindavanesuari devi dasi y a sus dos hijos para regresarse a Colombia.

Una vez que Sadhu Maharaj y Bhagavatamrita estuvieron solos, me acerqué y dije en mi deficiente inglés: “Maharaj, yo no estoy de acuerdo con varias cosas que dijiste durante la clase.” Ipso facto se dibujó un rictus en la cara del Maharaj. Prabhu Bhagavatamrita se mostró completamente extrañado por lo que estaba oyendo. “Yo veo que la audiencia está formada por jipis, parejas disfuncionales, personas confundidas, y no por vrajavasis como tú dices.” La piel de Maharaj se puso literalmente verde. Evidentemente, jamás pensó que alguien le iba a reclamar por el néctar que había salpicado durante la clase. “Srila Prabhupada predicaba de una forma completamente diferente a como tú predicas", continúe yo, algo contrariado al ver que el rostro de Maharaj que hasta ese momento estaba completamente feliz, ahora se desencajaba con mis palabras.

Mi intención no era contrariar al Maharaj, sino informarle que Srila Prabhupada nos había conquistado sin necesidad de sobarnos el ego. Srila Prabhupada siempre dijo que nosotros somos como el carbón, que lo puedes lavar y lavar para quitarle lo negrito, pero que primero te acabas tú a que se te quite lo negrito. Ante audiencias neófitas como la que había asistido a Vrinda esa noche, Prabhupada insistía en cantar diariamente 16 rondas, seguir estrictamente los principios regulativos, buscar la asociación de devotos, leer cuidadosamente sus libros.

GURU COMO CARRERA LUCRATIVA

Sadhu Maharaj ya no volvió a verme con la misma simpatía con la que me había visto hasta entonces. Años atrás, en Vrindavan, él me había recomendado que me convirtiera en guru. Yo le respondí que no me sentía inspirado para volverme guru, y que debía trabajar muy duro para sacar adelante a mi familia.

“Ese es el punto” --él me respondió. “Tú y la mataji ya son grandes y necesitan ayuda. Si tú te conviertes en guru e inicias a algunos devotos, tú y tu esposa recibirán más ayuda.”

Yo jamás había considerado la posibilidad de convertirme en guru para resolver mis problemas económicos. Pero la idea de Sadhu Maharaj me sedujo al principio. Terminé considerando mejores sus propuestas que las de Srila Prabhupada. Sri Caitanya Mahaprabhu declara: “Conviértete en guru, y salva al planeta.” Como discípulo de Srila Prabhupada tengo la responsabilidad de convertirme en guru y salvar a la Tierra. Pero yo siempre he pensado que la camiseta de guru me queda muy grande; no sólo la de guru, sino también la de devoto. A mis objeciones, Srila Prabhupada responde: “ ¿Por qué entonces prometiste delante del fuego, delante de Krishna, delante del maestro espiritual y delante de los devotos, seguir estrictamente los votos de la conciencia de Krishna?”

A lo que yo respondí: “Porque en ese momento, al igual que la mayoría de los devotos de ISKCON, me encontraba completamente obnubilado, y en realidad en ese momento no era consciente de la responsabilidad que estaba asumiendo.” En Occidente el movimiento para la conciencia de Krishna es algo nuevo, y por lo tanto habrá gurus oportunistas y barqueros inexpertos que se aprovechen de la inmadurez de los buscadores, y los explotarán. En la Ciencia de la Autorrealización, refiriéndose a la época actual, Srila Prabhupada dice: “No es difícil darse cuenta que la gente ha perdido su interés espiritual. Y casi todos los que están verdaderamente interesados, están siendo engañados por supuestos espiritualistas.”

Mi conclusión es que la naturaleza bonachona y relajada de Sadhu Maharaj requería de la guía de un barquero experto, de un líder espiritual fuerte y auténtico, que lo llevara a buen puerto. Paramadvaiti no ha podido ser ese barquero experto, y por lo tanto no ha sabido encausar a Sadhu Maharaja. En consecuencia vemos esos helados y los abrazos a las damiselas.

Y HABLANDO DE HELADOS

Recuerdo una ocasión en la finca de Vrinda en Cundinamarca, Colombia, que Atulananda Gurudeva estaba dando una clase y dijo: "La vida es decepcionante pues es como los helados. Uno quisiera que nunca se te acabaran, pero se te acaban". Yo volteé y le pregunté al devoto que estaba a mi lado: "¿Cuál es tu helado favorito, el de chocolate o el de vainilla con chispas?". Y de inmediato me acordé de Sadhu Maharaja.