martes, agosto 17, 2010

Guadalajara: Gestando la Crisis


por Radha Krishna das

Ya vimos en dos notas recientes algo de la historia de Iskcon Guadalajara.

Primero fueron los orígenes del templo y llegamos hasta 1987, momento en que el templo se encontraba en el predicamento de estar ubicado en una casucha sin espacio y sin potencial, y con la complicación de estar a punto de recibir Deidades grandes procedentes de la finca de Tulancingo y del templo de Monterrey.

Después relatamos cómo a principios de 1988 el templo de Iskcon se mudó a una casa propiedad de Sanat Kumara y Krishna Daya, y ocuparon en ella el espacio que anteriormente era del Centro Cultural Govinda --más un patio interior que fue convertirlo en santuario. Sin embargo, a Iskcon nunca se le otorgó la propiedad y titularidad de este inmueble, pues esa negociación quedó pendiente entre los dueños y el flamante GBC Guru Prasad Swami. Además, el inmueble tenía otras actividades independientes del templo, tales como un restaurante y una boutique, que existían desde tiempos del CCG.

¿Qué pasó después?

En los quince años que van desde finales de los 1980s hasta el 2005 realmente no hay mucho que destacar. El templo tuvo una existencia mediocre que reflejaba la mediocridad existencial de Guru Prasad Swami y el estancamiento general de Iskcon en México, en el resto de América y en Europa.

Se dio una sucesión interminable de presidentes de templo que apenas permanecían como tales un año en promedio. Había mucha inestabilidad y poco sentido de cooperación en los programas. La actividad principal del templo --el festival de Rathayatra-- continuó llevándose a cabo cada año, aunque sus fuentes de financiamiento se hacían cada vez más difíciles. Había algo de distribución de libros y poco harinam, pero los mejores días del Yatra habían quedado atrás.

--Quihúboles.

Todo este tiempo se proyectaba sobre el templo una sombra llamada Premananda das, quien nunca fungía como presidente pero, por ser discípulo “mayor” de Hridayananda, supervisaba que la fidelidad al "acharyadeva" y el fanatismo ciego se mantuvieran firmes. El Prema ya había sido presidente del templo de Guadalajara años antes, pero luego de regresar en 1988 de la finca de Tulancingo se dedicó a su profesión de doitorcito y a mantener encendida la antorcha del hridayanandismo.


Premananda es originario de La Barca, Jalisco, en el corazón geográfico del tradicionalismo y la cerrazón religiosos. En toda esa zona del Bajío floreció la revolución Cristera a finales de los 1920s. Lo curioso del caso es que el radicalismo religioso puede manifestarse por igual dentro de la Iglesia Católica que en Iskcon --y uno terminar siendo un Cristero o un Iskconero. Pues Premananda es el Iskconero por excelencia, sin mucha sofisticación ni inteligencia. Con base en ello podemos imaginarnos el tipo de ambiente que fomentó en el templo todos esos años. El programa continuó estancado y en franco deterioro, con Guru Prasad Swami el GBC, y Premananda el Iskconero defensor de la fe.

En el otoño de 2004 entró en funciones un nuevo presidente, Jagannath Vallabha das. Aunque él es originario de Guadalajara, su puesto fue decidido en la ciudad de México, en un cóclave que no tomó en consideración a los devotos de Guadalajara. Su inexperiencia y poca lucidez se hicieron evidentes de inmediato.

Poco después se organizó el comité del templo --compuesto de Premananda, Jayagadadhara y Jagannath Vallabha, e invitaron a Sanat Kumara a ser parte de él. En realidad la idea no era empaparse de la sabiduría y los buenos consejos de Sanat, sino tenerlo muy cerca. Sanat es discípulo de Srila Prabhupada y en consecuencia no se encuentra dentro de la vorágine del fanatismo institucional. Además era uno de los dos copropietarios reales del inmueble donde estaba el templo. En consecuencia era importante tenerlo cerquita pues, como dice el viejo adagio: “Ten a tus amigos cerca, pero a tus enemigos más cerca”.

Por ser miembro de comité, varios devotos se empezaron a acercar a Sanat para pedirle consejos y quejarse por los malos tratos que recibían. En una instancia, dos matajis sankirtaneras le pidieron permiso al presidente para visitar a sus familias durante la Navidad, pero se les negó con la amenaza de correrlas del templo si iban.

--Ese Sanat ya me cayó mal.

Sanat se enteró de esto y se acercó a Jagannatha Vallabha para sugerirle que hablara bien con esas dos devotas, y que las cosas no pasaran a mayor. Sin embargo, esto fue tomado como una intromisión, y los otros 3 miembros del consejo se reunieron y empezaron a despotricar en contra de Sanat.

Corrió la voz acerca de esta fricción, y se fueron formando gradualmente dos facciones. Una le era ciegamente fiel a las autoridades, y la otra --de más apertura-- cuestionaba lo acontecido y se mostraba insatisfecha con el pobre desempeño del presidente y con su prepotencia.

En medio de los anteriores acontecimientos, el Iskconero Prema convocó en enero de 2005 una reunión en la finca de Krishnha Daya, para hablar sobre el futuro de la casa. Él se creía el poder detrás del poder, aunque este era un asunto que le correspondía manejar al GBC y al consejo nacional.

Cabe señalar que durante años Sanat le había estado insistiendo a Guru Prasad Swami --en las pocas veces que se aparecía por allá, principalmente en los Rathaytras-- que ya pusieran la casa a nombre de Iskcon. Y nunca entraron en detalles de cómo podría implementarse esto, pues Guru Prasad manifestaba una total indiferencia y desidia por este tema.

A la reunión de la finca asistieron Krishna Daya y sus hijos grandes, el Iskconero Prema y su familia, Sanat Kumara, Murari, Bhakta Cesar, el finado Lomasa Muni, etc. El tema se discutió de manera informal en medio de la comida. En algún momento Premananda propuso que se incluyera a Iskcon como tercer copropietario del inmueble, debido a los gastos que había hecho al acondicionar el santuario. Todos estuvieron de acuerdo en ello.

Sin embargo, una semana después apareció un aviso en el pizarrón del templo. Allí se informaba que la casa se iba a escriturar a nombre de Iskcon como propietario exclusivo. Sanat leyó ese aviso que afirmaba algo muy distinto a lo platicado en la finca, y buscó al Prema para confrontarlo y decirle que ese no era el acuerdo al que habían llegado durante la reunión.

--Iskcon quiere su "lana".

Durante la discusión que tuvieron, el Iskconero Prema le dijo a Sanat que si no ponían toda la propiedad a nombre de Iskcon, entonces que devolvieran el dinero que Iskcon gastó allí en 1987 para acondicionar el santuario en el patio trasero de la casa. Nuestro Iskconero favorito dijo textualmente: “Yo soy el representante del GBC, e Iskcon quiere su 'lana'". ¡Ajuua!

Hay que entender que los gritos y sombrerazos de Premananda no servían de nada, pues la propiedad se encontraba a nombre de Sanat Kumara y Krishna Daya, y se necesitaría la aprobación expresa de ambos para incorporar a un tercer copropietario, ¡y qué decir para ponerla exclusivamente a nombre de Iskcon!

Debemos dejar claro que era imposible que Iskcon lograra volverse propietario o copropietario de la casa a gritos y sombrerazos, debido a que nunca hubo ningún acuerdo firmado entre las partes sobre los derechos que las remodelaciones le pudieran otorgar a Iskcon.

Para empezar Iskcon no existía en 1987 como un organismo, y por lo tanto no hay ningún ente legal que pudiera reclamar el costo de las modificacones. Segundo, en México todas las renovaciones hechas por el ocupante de un inmueble quedan a beneficio del propietario, a menos que exista un contrato con una cláusula específica que indique lo contrario. Tercero, aunque hubiera manera de cobrar los gastos hechos en el inmueble, no existían las facturas fiscales que los acreditaran. Cuarto, dieciocho años habían transcurrido y era muy probable que hubiera prescrito el plazo legal para hacer cualquier reclamo.

Sombreros, sombrerazos y berrinches rancheros.

Pero Sanat le dio a Premananda el argumento más poderoso. Iskcon estuvo ocupando parcialmente ese inmueble durante todos esos años sin pagar ninguna renta. Si se hacía un comparativo entre el dinero gastado en remodelaciones y el precio de renta por el espacio que Iskcon había ocupado todos estos años, Iskcon se quedaría debiendo dinero. Por este y los demás argumentos podemos concluir que Premananda estaba simplemente haciendo un berrinche ranchero.

Premananda y Jaganath Vallabha entonces fueron a México a reportar lo acontecido a Guru Prasad y al consejo en turno. Como era de esperarse, ni el consejo ni Guru Prasad jamás se comunicaron con Sanat para discutir el tema. Krishna Daya, a pesar de ser un condiscípulo del Prema, concordó con Sanat de que no se iba a ceder la propiedad a Iskcon en base a gritos y sombrerazos --aunque luego lo terapearon y cambió de bando seis meses después.

Aunque en el templo ya habían dos corrientes --los liberales de apertura y los Iskconeros radicales--, este incidente provocó durante los siguientes meses una división más claramente definida. La mayoría no apoyaban al Prema ni al presidente --ni lo que ellos representaban. Ambos estaban cortados por la misma tijera, y el poder se les subía mucho a la cabeza. Entonces, muchos prefirieron apoyar una postura de apertura y a gente más tranquila.

--Ya no nos gusta ir al templo Hare Krishna.

A partir de mayo de 2005, luego de las celebraciones del Señor Ramachandra, el grupo radical Iskconero --en particular sus líderes-- dejó de participar en las actividades del templo. Esto fue en reacción a las puestos clave que el grupo de apertura había asumido en el templo.

En el caso particular de Jagannath Vallabha (el antiguo presidente), seguramente también se sintió molesto por la prédica de Ram Govinda en la que reiteraba que era incorrecto robarse a la esposa de alguien más --cosa que Jagannath Vallabha había hecho con la esposa de Harivamsa. Ram Govinda presentó muchos argumentos del Bhagavatam y de las instrucciones de Srila Prabhupada en contra de este tipo de adulterio.

--¡Viva Iskcon Rey!

En el caso del Iskconero Prema, simplemente se le dejó de ver en el templo. Como ya no tenía influencia allí mediante sombrerazos y gritos fanáticos, se debió haber cansado y desapareció.

El templo se quedó a cargo de un comité de devotos de apertura, que incluso buscó incluir a los Iskconeros radicales. Pero esto al final no funcionó, porque los radicales Iskconeros empezaron a hacer exigencias radicales, las cuales les fueron negadas y al final se retiraron. En un par de semanas ya no había ninguno de ellos en el comité.

A partir de entonces estuvieron apareciendo regularmente en el templo visitantes de fuera, tales como Chitsukananda, Maharsi, Aravinda, etc., para sondear la situación que imperaba en el templo ahora que se le había salido de las manos a Iskcon. También llegaban a vivir al templo devotos de Iskcon que seguramente se infiltraban para un posible contragolpe.

Las cosas siguieron de esta manera hasta el otoño de 2006. El lunes 13 de noviembre, el día siguiente al Rathayatra de ese año, al medio día, se apareció en casa de Sanat Kumana --sin previo aviso-- una comitiva compuesta por el mismísimo Guru Prasad Swami, Mahasankarsana, Krishna Daya, Harikatha y el Chocolate, entre otros.

--¿Cuánto quieres por tu mugrosa casa, Sanat?

Una vez dentro de la casa, Guru Prasad inició la conversación diciendo: “Sanat, hay dos grupos y es evidente que no pueden trabajar juntos”. A eso Sanat le respondió: “Eso es cierto. Pero el problema es que tú estás del lado de uno de los grupos, y no estás siendo imparcial. Ese no es el papel del GBC”. La conversación continuó, y en un momento Guru Prasad le dijo a Sanat lo siguiente: “¿Qué desean? Si te damos un dinero, ¿aceptarías mudarte a otro lugar con tu gente y nosotros quedarnos de nuevo con el templo?”.

Sanat sabía que este tema llevaba años sin resolverse, y estuvo de acuerdo en venderle a Iskcon su porcentaje de la propiedad. Se pusieron a hablar de números y se acordó darle a Sanat un millón de pesos, más 200,000 pesos de un adeudo que Krishna Daya tenía con Sanat. Quedaba implícito que Krishna Daya iba a donar a Iskcon su parte de la propiedad.

Un millón de pesos no era mucho dinero para que Iskcon tuviera una casa propia en una buena zona residencial de Guadalajara. Esto equivalía a aproximadamente noventa mil dólares. Y según el acuerdo alcanzado, la casa y la administración del templo le serían entregados oficialmente a los radicales Iskconeros cuando se cumpliera el pago pendiente.

El martes, ambas partes fueron ante un notario para ratificar el Contrato de Promesa de Compra-Venta. Iskcon le entregó a Sanat los primeros 200,000 pesos acordados en el contrato. El millón de pesos restante quedó pendiente por pagar en un plazo de un año. Krishna Daya mantuvo por separado un adeudo con Sanat por intereses pendientes.

Hasta allí todo se veía bien. A pesar de que en el pasado con el Iskconero Premananda se había desbaratado un acuerdo para incluir a Iskcon como tercer copropietario, ahora ambas partes habían llegado a un acuerdo e Iskcon iba a comprar la casa. Incluso habían formalizado sus decisiones ante un notario.

¿Qué pasó después? ¿En qué momento y por qué motivos lo anterior se incumplió por parte de Iskcon? ¿Quiénes estuvieron detrás de la batalla que surgió después? Eso se revelará en las subsecuentes notas aquí en El Tambor Rugiente.

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