Capítulo XXVI del libro
«Los Santos de Vraja»
por O.B.L. Kapoor
Traducción al español: Aniruddha das
A principios de este siglo [el siglo XX] vivía un babaji en el interior de un kuti ubicado en las inmediaciones del templo Madana-mohana de Vrindavan. Como ninguno sabía cuál era su nombre verdadero, la gente lo llamaba “Mandana-tera Baba” (el baba de Madana-tera], porque la mayor parte de su tiempo se la pasaba en dicho paraje solo y apartado del mundo. [Mandana Tera es el área adyacente del templo de Madana-mohana]. Muy temprano, tras darse un baño en el río Yamuna, el babaji solía caminar hasta Madana-Tera y esconderse en los cenadores [jardínes silvestres] de tal lugar. Hasta que llegaba el atardecer, todo el tiempo se la pasaba cantando los santos nombres de Radha y Krishna y recordando los lilas que Ellos llevan a cabo eternamente. Dichan remembranza lo hacía llorar incesantemente. A la hora del ocaso, el babaji se dirigía al templo de Govindaji, y, seguidamente, conversaba con Éste y se echaba a llorar. Tras abandonar el templo pedía madhukari [limosna en forma de alimentos] en tres o cuatro casas, y luego comía y se echaba a dormir. Mientras hacía estas cosas, sus ojos no dejaban de derramar lágrimas.
Un día el babaji perdió la vista de tanto llorar. Pero a él no le importó este suceso, porque los ojos con los que no podía ver a Krishna no le eran de utilidad.
Para ese entonces, el babaji se la había pasado llorando por más de 40 años. Su vida estaba a punto de expirar y la paciencia se le había agotado tras tolerar los extremos de lo humanamente permisible. El dolor que causa la separación se volvió intolerable para él. En ocasiones, debido a la intensidad de dicho dolor, se desplomaba y permanecía tirado entre los árboles por espacio de muchas horas. Ninguno acudía en su auxilio, y tampoco ninguno se compadecía de él. Las avecillas gorgeaban fuertemente para que el babaji recuperara el sentido, y otro tanto hacían los cuclillos y los pavos reales con sus cantos. A pesar de ello, no podían conseguir que volviese en sí.
Llega un monento en que el dolor qua causa la separación se vuelve intolerable para el bhakta. Recíprocamente, a Sri Krishna también le ocurre lo mismo. Radha y Krishna ya no podían soportar ni un instante más sin babaji. Un día, mientras daban un paseo, Ellos pasaron por Madana-tera, adonde el babaji se encontraba llorando bajo la sombra de un árbol.
Radha le dijo a Krishna: “Pyare [amado], Baba siempre se la pasa llorando. ¿Por qué no
lo hacemos reír por un rato?”
Krishna se aproximó a Baba y le dijo: “Baba, ¿por qué estás llorando? ¿Acaso alguien te golpeó o te despojó de algo?"
“¡Oh, no! –contestó Baba--. ¡Vete de aquí¡”.
Krishna lo volvió a abordar afectuosamente: “Baba, yo te conseguiré roti [pan casero que consumen los renunciantes], chacha [suero de leche] o cualquier otra cosa que desees. Sólo te pido que dejes de llorar”.
Al tiempo que apartaba su rostro de Krishna, Baba replicó: “¡Oh, vaquero!, ¡déjame en paz y ve a cuidar a tus vacas!... ¿Por qué has venido aquí a molestarme?”.
Krishna regresó ante Radha y Le dijo: “Baba no quiere atenderme. No hace más que llorar y llorar”.
Radha repuso: “Pyare, no pudiste lograrlo. Ahora observa cómo yo sí lo hago reír”.
Ella se acercó a Baba y le dijo: “Baba, ¿por qué lloras? ¿Acaso perdiste a tu esposa?
Baba se echó a reír y luego contestó: “Lali [muchachita], ¡yo nunca he tenido esposa!”
Radha añadió: “Ya veo”. Seguidamente, en un tono que denotaba profunda compasión, Ella razonó: “Entones lloras porque no tienes a ningún ser querido que vele por ti”.
Baba respondió apesadumbrado: “No, lali... No lloro por esa razón. Lloro porque Aquellos que son mi alma y vida me han abandanado”.
“Y, ¿quiénes son ellos”, preguntó Radha.
“Lali, tú no Los conoces —respondió Baba—. “Uno de Ellos es el cruel hijo de Nanda Maharaja, Quien siempre Se muestra de lejos y lo seduce uno, pero a la larga nunca se presenta personalmente. Y la otra, ¡oh, lali!, ¿qué te puedo decir de Ella!... Ella es Radha, la hija de Maharaja Vrishabanu, Quien también se ha vuelto cruel de tanto relacionarse con el hijo de Nanda”.
Estas palabras hirieron a Radha en lo más profundo de Su corazón.
“¡¡Cruel yo, ...yo!!", —exclamó Radha sumamente contrariada—.
Acto seguido, en un afán de seguir manteniendo oculta Su identidad, Radha añadió: “Discúlpame, Baba, pero da la casualidad de que yo también me llamó Radha. ...Díme, ¿qué es lo que deseas?”.
Baba contestó: “¡Ay, lali, lo único que añoro es presenciar el darshana de Ellos dos!”.
“¡Ay, Baba, eres tan incauto!” —argumentó Radha con un dejo de sarcasmo—, “no te percatas de que aun si ellos estuviesen enfrente de ti, no podrías verlos porque perdiste la vista”.
Baba replicó: “Lali, ¡eres tan ingenua! Ignoras que yo recuperaría mi visión tan pronto como Ellos tocasen mis ojos con Sus delicadas manos de loto”.
Radha no Se pudo contener más. Ella extendió el brazo y tocó con Su mano de loto el ojo derecho de Baba, y Krishna hizo otro tanto con el ojo izquierdo. Baba recuperó la vista en el acto, y, entonces, ¡maravilla de maravillas!, ¡lo primero que vio fue a Radha y Krishna, las divinidades de su corazón, resplandeciendo delante de él con toda Su hermosura incomparable! Los dos Le sonreían amorosa y misericordiosamente. Los sentimientos de júbilo y emoción que experimentó Baba fueron tan intensos, que le hicieron perder la conciencia y caer pesadamente en el suelo polvoriento.
Baba pasó toda la noche en estado inconsciente. Fue hasta la mañana siguiente que lo reconocieron unos peregrinos que efectuaban un parikrama. Ellos recogieron al baba semi-inconsciente y lo llevaron al templo de Madana-mohana. EI goswami regente del templo pudo entender que la causa del desmayo de Baba era una experiencia sobrenatural, y, por consiguiente, le pidió a todos los presentes que cantaran un kirtana. Gracias al sonido trascendental del kirtana, Baba empezó a recobrar poco a poco el sentido, hasta que finalmenle se incorporó del todo.
A continuación, el gosvami llevó a Baba a un aposento interior del templo. Tras atenderlo servicialmente y hacer que se sintiese cómodo, aquel le preguntó qué lo había hecho perder el conocimiento. Con la voz entrecortada y llorando a lágrima viva, Baba narró con lujo de detalles todo lo que le había sucedido.
A Baba se le cumplió el deseo que había acariciado a lo largo de toda su vida. Pese a ello, él no dejó de llorar. Es más, continuó llorando con mayor intensidad que antes. Y esto es de lo más natural, porque el sentimiento de separación que se produce después de que la persona se ha reunido con el ser amado, es mucho más fuerte y doloroso que el sentimiento de separación que se tiene antes de dicho encuentro. Ante la imposibilidad de resistir el sentimiento de separación que se apoderó de él tras su encuentro [darshana] con Radha y Krishna, Baba abandonó el cuerpo físico poco tiempo después. Gracias a este desenlace, Baba, dotado de su cuerpo espiritual constitucional, consiguió reunirse para siempre con Radha y Krishna en la Vrindavan espiritual.
Una persona inquisitiva perfectamente podría plantearse la siguiente pregunta: si Radharani es tan bondadosa, ¿por qué mantuvo llorando a Baba por espacio de 40 años? ¿Por qué Ella no le concedió Su darshana antes? La respuesta es que Radharani pudo haberlo hecho. Pero, ¿hubiera podido Baba verla antes? Radharani no está hecha con la carne y huesos que nosotros podemos ver. Radharani está hecha de amor. ¡¡Ella ES la personificación del amor!! Para poder verla, uno tiene que tener ojos con retinas hechas de amor. El amor no se desarrolla en un corazón impuro. Antes bien, el corazón debe ser purificado mediante sadhana. El mejor sadhana es llorar en estado de separación. Las lágrimas que fluyen como resultado de recordar a Radha y Krishna limpian todos los pecados y ofensas (aparadhas). Además, el fuego de la separación que arde en el corazón consume, cual malas hierbas, toda clase de deseos mundanos. Sólo hasta ese momento la tierra está lista para que la semilla del amor germine y crezca. Una vez la semilla se transforma en planta y florece, a Radha y Krishna se Les hace imposible permanecer indiferentes. Ellos automáticamente sienten una atracción irresistible por la fragancia que emiten las flores que produce esa planta trascendental.
(El Doctor Kapoor fue un discípulo de Srila Bhaktisiddhanta Sarasvati Thakur y hermano espiritual de Srila Prabhupada. Sus escritos aparecieron incluso en la revista «Back to Godhead» cuando Srila Prabhupada vivía.)
Nel leer la istoria de este Babaji, yo no me pregunto nada, es una emocion tan fuerte y tan linda que las palabras son pobres para explicarlo. Es realidad che se puede encontrar krisna en qualquier lugar y en qualquier tiempo. El llanto de la separacion mas que con los ojos, creo que es en el profundo del corazon. Prahalad
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